Los pequeños detalles que hacen la diferencia

Al finalizar el día se ha creado, sin pensarlo, una nueva tradición en la familia: las caminatas vespertinas. Si mira uno para un lado, se ve el cielo rojizo justo después del atardecer. Del otro se observa ya la noche cerrada. Los gatos callejeros se nos quedan viendo con atención, perdiendo pronto el interés. La plática es interesantes. Si no hay tema de conversación, los pensamientos son profundos. Atrás se ven unas luces. Hay que hacerse a un lado para dejar pasar a un auto. Son los pequeños detalles que hacen la diferencia.

La rutina es prácticamente igual todos los días: aproximadamente a las 7 de la noche hago mi propuesta para salir a caminar alrededor del fraccionamiento. En un principio la respuesta es más bien apática. Entonces me preparo para salir solo ya que no hubo el éxito esperado. Pero sé que al final no voy a caminar solo. Nada más para animarlos a que me alcancen un rato después, lanzo la siguiente propuesta:

‘Ya saben qué hacer’

atardecer
Momentos antes de la rutinaria caminata. En un rato será de noche.

Y ya lo saben porque pasa todos los días. Salgo entonces solitario. La primera vuelta pasa rápido. Me empiezo a abstraer en mis pensamientos. Es cuando se integra el primero, y siempre es el mayor. Empiezan entonces los temas difíciles, las preguntas filosóficas. Temas que un niño de 10 años con muchas ganas de aprender, y que a mí empieza a meterme en problemas ya que algunas veces no sé que contestar. Entonces me salva la campana: nos alcanza mi esposa y la conversación se desvía por otros temas. Cuando el menor se da cuenta de que se está quedando solo en la casa, nos alcanza también, después de ponerse sus patines.Así como llegaron, empiezan a regresar y me quedo solo otra vez.

¿Qué son y cómo pueden ayudar?

A veces nos complicamos la vida demasiado. Algunos objetos y eventos no muy agradables se nos quedan grabados en la memoria. Les damos vueltas y entonces se nos ocurre que definitivamente tuvimos un mal día, o al menos difícil. Los pequeños detalles que hacen la diferencia son de gran ayuda para poder ver las cosas de otra manera. Si los tomamos en cuenta al final del día, lo más probable es que cambie nuestra perspectiva. No era tan malo todo a final de cuentas. De hecho, cualquier día puede ser un gran día.

Son tan pequeños y tan variados que realmente no puedo explicar en qué consisten. Para explicarme pondré como ejemplo a los niños en general. Algunas veces los papás les regalan juguetes muy sofisticados. Ellos los ven, no les hacen gran caso y terminan jugando con cualquier cosa que tal vez ni juguete es. Esto es un gran ejemplo para los adultos. Debemos buscar el valor en las cosas menos pensadas. En las que no son los “juguetes” que nos gustan.

¿Y qué tan pequeños deben de ser?

El tamaño no importa. Lo importante es el tamaño que tienen en nuestra mente. De hecho la mayoría no se pueden medir de forma física. Un saludo, un agradecimiento, una conversación agradable. Detalles sencillos que mejoran el día o la perspectiva de la vida. En algunos casos el resultado es alegría y satisfacción. Y por supuesto no son perfectos.

búho
Por alguna extraña razón en casa un búho es un pequeño detalle… y hace la diferencia.

Los pequeños detalles que hacen la diferencia son, bueno… pequeños. Si no lo fueran, hubiera buscado otro título para esta entrada. Su tamaño es inversamente proporcional a los resultados que de ellos se obtienen. Y es que además de pequeños, son escurridizos. Se nos pueden escapar de la memoria y eso es peligroso. Si los dejamos ir, no aprovecharemos sus grandes beneficios.

Los pequeños detalles que hacen la diferencia

Nos hacen la vida más llevadera. De ellos sacamos gran provecho. A pesar de la insignificancia que aparentan, traen con ellos grandes resultados. Vienen con una dosis de satisfacción y nos impulsan a seguir adelante. Detalles tan insignificantes como dar el asiento en el autobús o hacer algo por alguien desconocido. No cuestan nada y las consecuencias son asombrosas.

Algunas veces al final de un día difícil o triste, trato de buscarle el lado amable a la vida. Hago entonces un recuento. Busco de donde pueda al menos tres cosas positivas que hayan sucedido. No hay día en que no haya algo. Hay un gran peligro si no hacemos una excavación para encontrar los pequeños detalles que hacen la diferencia. Se quedarán allí adentro, enterrados. Entonces el día terminará con la misma oscuridad en la que creímos que estuvo.

Los pequeños detalles que hacen la diferencia son acumulables. Se juntan, se conectan entre ellos. Cuando eso pasa, se crea un efecto dominó con la resultante dosis de satisfacción y alegría.

Lo mejor del caso es que no tienen que ser materiales. Es mejor que no lo sean. Este tipo de detalles crean lazos entre la gente. Ellos son los que dejan buenas memorias. Los que recordamos años después, riendo ante una copa de vino mientras platicamos de las locuras del pasado y de otras aventuras.

Dar y recibir

Pero no hay que verlos como cosas que nada más nos pasan a nosotros. También debemos proporcionarlos a otras personas. Y la satisfacción resultante es igual o mayor. Es indescriptible de hecho. Y es todavía mejor cuando lo hacemos sin esperar nada a cambio.

flor
Ni siquiera tiene que ser algo material

Propongo un pequeño y sencillo experimento: hacer un pequeño acto de bondad a alguien desconocido. Hacemos nuestra pequeña obra y desaparecemos. No hay ningún interés de conocer a la persona. Tampoco se espera un favor a cambio. Ni siquiera un agradecimiento. Entonces nos sentamos en un lugar agradable y analizamos nuestra acción. El resultado es una gran satisfacción.

La emoción de recibir los pequeños detalles que hacen la diferencia es por supuesto muy importante también. Eso ayuda a valorar a otras personas. A darnos cuenta de que no podemos hacer todo por nosotros mismos. Demuestra que en realidad somos vulnerables y nos acercará a los demás.

Conclusión

En la primera vuelta el cielo sigue rojizo por un lado y negro por el otro. La luna algunas veces enseña su resplandor. En ese momento, cuando estoy metido en mis pensamientos, llega mi primer compañero de caminata. La plática se vuelve profunda. ¿Cuál será la luna de Júpiter que sea más propicia para la vida? Hablando de Júpiter: ¿Qué pasa si entramos en su densa atmósfera? ¿Por qué la luna está en diferente posición hoy que ayer?

En la tercera vuelta la plática regresa a aspectos más cotidianos de la casa, de la escuela de los niños, de cosas que hay que hacer, viajes y planes futuros,  y uno que otro chisme de los últimos acontecimientos. Mientras tanto, el más pequeño está con sus patines haciendo difíciles y peligrosas suertes que nos dejan con el estómago contraído.

En la cuarta vuelta el patinador también se integra en la plática. Sus preguntas son también del espacio, pero él está más especializado en estrellas y hoyos negros. Las preguntas son más apocalípticas. Qué pasa si un agujero negro se acerca demasiado al sistema solar, o peor aún, si caemos en él. Al final terminamos todos pensando en la relatividad del tiempo cuando somos expuestos a las grandes masas de aquellos objetos.

Sin darme cuenta estoy solo otra vez, y adentrado en mis pensamientos. Llego a la casa renovado, contento y con otra visión de las cosas que no tenía antes de salir. Además de ser un complemento al ejercicio diario, y de dar excelentes resultados, la caminata ayudó no solo a que circulara y se oxigenara la sangre. Hizo que la familia pasara un rato agradable y ayudó a ver el final del día de manera positiva.

Eso y otras cosas, mis amables lectores, son los pequeños detalles que hacen la diferencia.

10 respuestas a “
Los pequeños detalles que hacen la diferencia

  1. Es cierto, a veces no nos damos cuenta de esos pequeños detalles hasta que no los tenemos pero hoy es tiempo de valorarlos y terminar el dia con una sonrisa.
    Hoy precisamente ayude a un anciano a atravesar la calle, y solo el hecho de que me deseo un buen dia me hizo mi dia!

  2. Excelentes reflexiones. Esos pequeños momentos positivos son los que les dan luz a los días. Como dice Juan Manuel, hay que detectarlos y aprovecharlos.

  3. Con ese hermoso relato de tus caminatas familiares, con sus pláticas filosóficas y cotidianas y con las piruetas en patines, le regalaste a mi día un lindo detalle para recordar.
    ¡Gracias!

  4. ¡Qué gran verdad! Los detallitos que se convierten en gratos e imperecederos recuerdos y que alegran muchos momentos de nuestra existencia. Quiera Dios que haya muchos detallitos así.

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