Paciencia que al final todo sale

Hace unas horas finalizó una larga jornada laboral. Me subí a mi auto con ganas de llegar a casa. Había un problema: el tráfico era denso. Sin duda me tendría que armar de paciencia. Por eso decidí tomar las cosas con calma. No tenía caso desesperarme. Subí el volumen de la radio. Manejaría con calma, o al menos eso me propuse.

No logré tomarlo con calma. Estaba cansado y tenía muchos pendientes en mi cabeza. Tenía hambre. Quería llegar a cenar. Necesitaba un momento de relajación y tranquilidad. Pero era evidente que cumplir con tales objetivos llevaría tiempo. La situación estaba fuera de control. No había nada que hacer.

Pequeño árbol
El arbusto no se hace árbol por arte de magia. Solo necesita un poco de paciencia.

Con esa actitud entré en la zona de tráfico. No podía darme el lujo de que la situación superara mi fortaleza mental. Pero cuando el de adelante maneja a una velocidad todavía menor a los demás es fácil desesperarse. Todo tiene solución: me cambié de carril. Ahora iba atrás de uno pero. Estaba a punto de perder la paciencia.

Tras cruzar la ciudad mi objetivo estaba cerca. Solo faltaba un último obstáculo: el último semáforo de mi travesía. La fila de autos era interminable. A lo lejos se veía la eterna luz roja que no cambiaba de color. Había que tomarlo con calma. Subí el volumen de la música y esperé.

De repente, a lo lejos, la roja luz de la opresión se convirtió en la luz verde de la esperanza. Iba a lograrlo. Bastaba con ser positivo. Con ese pensamiento en mi cabeza, el tráfico empezó a fluir. Mi optimismo daba frutos. Me acercaba, felizmente, a mi meta. . .

Una rara virtud

Uno de los primeros artículos del blog se titula “Cómo perder 13 kilos en 8 meses“. Me pareció un título atractivo. Se perfilaba a ser la entrada más popular. Estaba satisfecho. Me sentaría a ver cómo las miles de visitas hacían sudar al pobre servidor.

Sigo sentado, esperando. El servidor también. ¿Qué falló? El artículo, creo yo, es entretenido y está bien escrito. Además trata un tema relevante: mucha gente quiere bajar de peso. ¿Cuál fue el problema?

La respuesta a la pregunta anterior está en el título. Queremos bajar de peso en unas semanas, no en 8 meses. ¿Dónde está la dieta mágica, la respuesta milagrosa? Para resumir: nos falta paciencia.

Datos estadísticos

Dicho artículo no es el más visitado del blog. Pero es el más encontrado a través de buscadores. El problema es que la gente lo encuentra pero no lo abre. Y si lo hace, lo abandona de inmediato. Al parecer 8 meses es demasiado tiempo para bajar de peso.

¿La solución es, entonces, cambiar el título de la entrada? De ninguna manera. La paciencia trae los mejores resultados. 8 meses es un período decente para perder de peso. Prefiero que el artículo tenga poco tráfico a ofrecer soluciones atractivas pero poco realistas.

Luz que ilumina el camino
La paciencia es como una luz que ilumina el camino.

Aprender de ellos

Mis buenos amigos, los gatos, son un ejemplo a seguir. Si algo he notado es que son muy pacientes. Necios sería una mejor descripción. Cuando no consiguen algo, se quedan sentados esperando. Entienden como nadie la debilidad humana.

Nieve no es la excepción. Cuando se le niega la salida se sienta junto a la puerta. En ocasiones se queda dormida, cosa que no le cuesta trabajo. En el fondo, sin embargo,  sabe que en cualquier momento se presentará la oportunidad de escapar.

Hay un problema con esta analogía. Nieve no necesita de mucha paciencia. Su dueño es débil y ella lo sabe. Lo manipula con habilidad. Aún así debe de esperar a que llegue la ocasión perfecta.

El bloguero impaciente

Como es costumbre, no me ofrezco como ejemplo a seguir. Soy impaciente pero al menos estoy consciente del problema. Espero que este artículo me ayude a poner en orden mis ideas.

Dicho lo anterior, no creo estar en el extremo de la impaciencia. He mejorado con respecto a años anteriores. Sigo trabajando poco a poco y espero buenos resultados. Lucharé toda la vida. Ser consciente del problema es un buen principio, por lo pronto.

Suena raro, pero mi gran problema, la desidia, puede ayudar a combatir la impaciencia. Con paciencia eliminaré la desidia. Por otro lado, la desidia ayuda a demorar asuntos importantes pero no urgentes que se pueden resolver después, pacientemente.

laberinto
Todos los laberintos tienen una salida. Hay que tomar las cosas con calma para encontrarla.

Paciencia que al final todo sale

En algunas circunstancias de mi vida la paciencia ha tenido un papel muy importante. Comparto algunos ejemplos:

  • Pasé un año a la espera de mi primer trabajo. No me di por vencido. Además, le di buen uso al período de desempleo con otras actividades.
  • Años después perdí otro trabajo debido a un recorte de personal. Me llevó 10 meses encontrar otro. Nunca perdí la esperanza.
  • El sistema operativo Linux me ha dado grandes lecciones de paciencia. A lo largo de su uso he encontrado infinidad de problemas requiriendo complejas soluciones. Después de luchar incansablemente encuentro la solución.
  • Las finanzas personales tardan en tomar forma. No hay recompensa inmediata. Lleva años para que las inversiones crezcan, gracias a la magia del interés compuesto.
  • Normalmente las cosas no me salen en el primer intento. Entiendo que debo de ser paciente. La tenacidad es el arma más poderosa contra la impaciencia.

Conclusión

La paciencia es una virtud. Está en nosotros aprovecharla. Cuesta trabajo practicarla pero sus resultados son mejores que cuando buscamos soluciones fáciles y atajos. El fruto que madura es más dulce que el que se come antes de tiempo.

Adquirirla y mantenerla requieren de un gran esfuerzo. A veces queremos resultados inmediatos. Esa es nuestra naturaleza. Pero la mayoría de las veces es mejor esperar y disfrutar de resultados mejores y más duraderos.

Sentados esperando
A veces hay que sentarse y esperar a que pasen las cosas.

. . . Me encontraba a metros del caótico crucero. Ahorraría unos minutos de mi viaje. Mis pensamientos eran positivos. Por eso sabía que lo lograría. Nada más de pensarlo todo iba a salir bien. Con optimismo todo sale mejor, ¿no?

En ese momento se encendieron las direccionales del auto que se encontraba adelante y a la derecha. Cambió de carril y se me puso enfrente. Diría que manejaba como tortuga pero no quiero insultar a esos simpáticos, pacientes y longevos reptiles.

La escena se puso como en cámara lenta… literalmente. La luz verde empezó a parpadear. La esperanza vivía pero la velocidad no la alimentaba. El foco amarillo se prendió, tomando el lugar de su antecesor.

Demasiado tarde. El semáforo se puso rojo. Empezaron a circular infinidad de autos en la otra avenida. Parece que al universo no le importó lo positivo de mi actitud. Lo único que quedaba era esperar una eternidad para llegar, por fin, a la casa.

Nota

Lo que hay que hacer para justificar una entrega tardía esta semana. Un ejercicio interesante para los lectores que deben de estar impacientes en este momento.

9 respuestas a “
Paciencia que al final todo sale

  1. Difícil encontrar la paciencia necesaria pero sin ella no solucionamos nada, al contrario. Hay que tratar de conseguirla sobre todo en los momentos como el que viviste y a pesar de la tortuga que llevabas adelante.
    Buenas fotos. Hubo suspenso en el relato de tu regreso del trabajo. Te felicito, buen artículo..

  2. Con razón llego tarde el blog, pero llegó en tiempo, en martes. La paciencia es una virtud, muy difícil de practicar, pero muy bueno trabajar con ella, nos da más facilidad de soportar muchos obstáculos. Felicidades

  3. Sí, la paciencia puede ser una gran aliada. Sobre todo a la hora de tomar decisiones importantes, es bueno a veces dejar que maduren las ideas.

  4. En verdad la impaciencia no conduce más que a enpeorar los problemas y, quizá, hasta a alterar nuestras arterias coronarias.
    Hay que imitar a los gatos; hasta para cazar un ratón son pacientes. Pueden esperar horas hasta encontrar el momento preciso para lanzarse sobre el pobre ratón. En eso hay una buena enseñanza para nosotros: los impacientes.

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