La vida a los cuarenta y cinco

“Eres muy joven”.  No entendí el comentario. A mis escasos 23 años me sentía maduro. La vida a los cuarenta y cinco años es diferente. He tenido muchas experiencias. Pero entonces acababa de llegar a una ciudad desconocida con gente nueva. Era mi primer trabajo en mi profesión. Ese día empezó una aventura que continúa hasta hoy.

Personas mirando
Diferentes etapas proporcionan diferentes perspectivas de la vida.

Antes de eso estuve siempre rodeado de gente conocida. Si no tenían mi edad (amigos, hermanos), estaban acostumbrados a ella (padres, tíos, etc). No me sentía ni joven ni viejo. Todo cambió en ese trabajo. Mis nuevos compañeros me veían muy joven. De repente vi lejos el futuro; el mundo estaba a mis pies. No quedaba más que conquistarlo.

Al final de mes pasó algo que me sacó de la realidad aún más. Recibí mi primer sueldo. Si bien esto ya había pasado antes, esta vez era diferente. Ese cheque era el cumplimiento de un sueño. El resultado de trabajo, sudor, lágrimas, contrariedades y satisfacciones. Me sentí, de repente, poderoso. . .

Otro año que acaba

La vida a los cuarenta y cinco es agradable. El tiempo pasa rápido. En menos de dos semanas tendré un año más. Cuando tenía tres años un tío me preguntó mi edad: le enseñé cuatro dedos. Quería ser más grande. En unos días, ante la misma pregunta, tendré que enseñar 9 manos y un dedo, pero esta vez ni uno más.

A temprana edad quería ser más grande. Después llegó un momento en que deseaba que los años se congelaran. Ahora no me importa. Dejo que pase el tiempo, impasible e inevitable, como le gusta. La diferencia es que actualmente trato de aprovecharlo al máximo.

Este artículo será un tanto filosófico. Paciencia, por favor, que me encuentro ante el ocaso de un año que empezó el 12 de octubre de 2017. ¿Por qué escribo esto hoy y no el martes más cercano a mi cumpleaños? Porque quiero aprovechar estos pocos días para cumplir los propósitos que me faltan.

Errores del pasado

No tuve una juventud desenfrenada. Soy tranquilo e introvertido. Eso, por supuesto, no me exonera de haber cometido errores. Los hubo, los hay y los habrá. De muchos sabores y variedades. La perspectiva de la vida a los cuarenta y cinco años hace que los vea con más claridad.

Estoy consciente de ellos, pero es difícil no caer. Esta sección debería de titularse “Errores del pasado, presente y futuro”.

  • Culpar a otros de mis problemas. Es una posición muy cómoda. ¿Cómo podía hacer las cosas bien si la gente, el mundo y el universo conspiran en mi contra? No. El responsable de lo que me pasa soy yo y nadie más. Para bien y para mal.
  • Mala administración del dinero. Compré muchas cosas innecesarias. Las disfruté, pero gasté de más. Ahora sigo mis propios consejos financieros. Ahorro e invierto en espera de que el interés compuesto haga su magia.
  • Actitud negativa. Estar enojado, angustiado y de malas no lleva a ningún lado. Es una pérdida de tiempo. Hoy la vida a los cuarenta y cinco se ve alegre y positiva.
máquina de escribir
En épocas pasadas los errores eran más difíciles de corregir pero hoy se aceptan y se olvidan.

Aciertos del pasado

No me arrepiento de nada. He disfrutado de la vida. También he aprendido de mis errores. Hoy disfruto de los frutos de buenas decisiones del pasado.

  • Viajé mucho. Aproveché la oportunidad que me da mi trabajo para conocer lugares exóticos, desconocidos y turísticos. Todos me han ofrecido experiencias inolvidables.
  • Me rodeé de gente valiosa. La gente es lo más importante de la vida. He compartido alegrías, tristezas, ratos agradables, divertidos y chuscos con mis amigos, familiares y compañeros.
  • Nunca perdí el entusiasmo. Sigo sintiéndome como el niño de tres años, curioso y fácil de sorprender, y con ganas de conocer el mundo.

La vida a los cuarenta y cinco

La inmadurez nos hace tomar riesgos que ayudan a entender los límites. Los errores se repiten ante el horror de generaciones anteriores. Yo saqué algunas canas a mis papás. A mí me brotan en estos días cuando veo las decisiones de mis hijos, que ignoran mis consejos. Equivocarse es deseable mientras haya solución. Es la mejor forma de aprender.

La vida a los cuarenta y cinco años es interesante. Cosas que se me hacían aburridas ahora me fascinan. La gente cambia. Esto es natural, normal y deseable:

  • Los sabores que antes eran amargos (como el café), ahora son una delicia.
  • La aburrida sección de finanzas del periódico es hoy lo primero que leo.
  • La estrategia del futbol de media cancha se me hace más fascinante que lo que sucede en las porterías.

La vida a los cuarenta y cinco es intensa. Cada edad tiene lo suyo. El cuerpo cambia pero el alma sigue siendo la misma. No encuentro diferencia entre el Alejandro de estos días y el niño curioso, ávido de conocer el mundo.

Viejitos
No importa la edad. Hay que vivir la vida siempre.

Metas a cumplir

He mejorado y aprendido mucho, sin duda. Pero no me puedo dormir en mis laureles. Hay mucho por lograr. La vida es un proceso interminable. Siempre hay objetivos por alcanzar y algunos son lejanos.

Hay características que todos sabemos que son buenas. Sin embargo, en la práctica, cuesta trabajo implementarlas. Suena contradictorio, pero los atajos y las soluciones fáciles nos alejan de los resultados deseables.

A continuación doy tres ejemplos de metas que me resultan difíciles de alcanzar. Creo que lleva toda una vida dominarlas.

Honestidad

Pareciera que mentir es la solución fácil pero no es así. Cuando mentimos nuestro cerebro trabaja de más mientras busca justificaciones. La mentira se convierte en una bola de nieve que nos aleja de la simplicidad.

Suena fácil pero todos caemos de manera inevitable. Tengo que trabajar constantemente en esto. La honestidad facilita la vida.

Aprendizaje constante

La vida a los cuarenta y cinco años está llena de retos. Uno de ellos es aprender. Para ello leo y escribo a diario. A veces no sé qué estoy aprendiendo pero sé que será de utilidad algún día. Mi meta es aprender cosas nuevas hasta el último día de mi vida.

Para que esto pase trato de pensar afuera de la norma, salir de mi zona de confort, sin miedo y con ganas de aprender.

Independencia financiera

Aunque no suene como algo muy profundo, la independencia financiera da tranquilidad, libertad y, claro, independencia a la hora de tomar decisiones difíciles. Cuando la alcance podré hacer lo que me gusta y apasiona sin pensar en el dinero.

Esta meta me la puse a corto plazo. Tal vez escriba el artículo “La vida a los cuarenta y seis” desde una playa exótica mientras doy un sorbo a mi margarita. Soñar no cuesta nada.

Una corta historia

Juan, uno de los mejores amigos de mi papá, discutía a los 70 años con su sobrino. En un momento el sobrino le dijo:

“Tío. Eso era en tu época“.

“Perdóname pero esta es mi época“, le respondió Juan.

Nuestra época es todo momento que pasamos en este mundo.

Conclusión

La vida a los cuarenta y cinco es muy diferente a lo que imaginaba hace años. Antes veía a alguien de mi edad como un señor. Actualmente me veo todavía como un niño.

Escultura de perro de globo
Espero que haya figuras de globos en la fiesta de cumpleaños que se aproxima.

Vivo con entusiasmo. Lucharé toda la vida para no perderlo. Confío en que a los 93 años miraré para atrás y veré una vida de satisfacciones, aprendizajes y lecciones duras.

. . . Me sentía joven y poderoso. Empecé a cometer errores. Uno tras otro. Pero no me daba cuenta. Era parte de una generación joven e innovadora. Nunca me pasó por la cabeza que así se sienten todos en esa etapa de la vida.

Algunos de esos errores los traje al presente. Los sigo y los seguiré cometiendo. Cuesta trabajo acabar con malos hábitos del pasado. Ahora veo la vida desde otra perspectiva.

No me arrepiento de nada. Aprendí de mis errores pero lo más importante es que me he perdonado. Las experiencias del pasado me ayudaron a ser lo que soy en el presente. Vivo la vida a los cuarenta y cinco con juventud y optimismo.

6 respuestas a “
La vida a los cuarenta y cinco

  1. Creo que pusiste en palabras lo que nos pasa o nos ha pasado a todos. Aún eres muy joven aunque cuarenta y cinco te parezcan muchos. Muy acertado el diálogo entre Juan y su sobrino: nuestra época es la que estamos viviendo, no importa cuánto años tengamos. Muy ilustrativa la foto de la máquina de escribir. Te felicito.

  2. Vaya… muchos retos de esta etapa. Me gustó leerlo justo el día que cumplí 45. Un amigo se deprimió cuando cumplió 50. Pocos día después, un señor de unos 70 le preguntó su edad, y tras la respuesta le dijo a mi amigo “Qué bonita edad. Es a los 50 cuando se le quita a uno lo pendejo”. 45 es, entonces, un “ya merito”.

    1. Jajaja. Es bueno saber que hay esperanza.

      En el reporte de los cincuenta sabremos si es cierto.

      Espero que la hayas pasado bien en tu cumpleaños. Bienvenido a los 45. Yo en unos pocos días te tengo que dejar porque me esperan los 46.

      ¡Gracias!

  3. Una gran experiencia tuya llegar a los 45 y muy bien expresada en el artículo. No me pareció tan filosófico, pero, eso sí, muy interesante.
    Tengo tantos años que ya no me acuerdo de mis 45. Ha pasado tanto tiempo, je je.

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