Eran ya las doce del día. Nuestra aventura debía de haber comenzado hacía horas. Quedaban muchos lugares por conocer. Sin embargo, platicábamos animadamente frente a un rico café. A pesar del buen rato que disfrutábamos, me sentía mal por la falta de acción. Había que hacer algo pero estábamos tan a gusto que no daban ganas de mover un dedo.

Ese dilema descrito arriba sucedió hace unos días durante nuestras vacaciones en la bella ciudad de Tiflis*. Era nuestro primer día. Ya horas antes nos habíamos tomado con calma el desayuno, que aproveché para armar un itinerario. Había muchos lugares por conocer y el tiempo era limitado, así como la luz del sol invernal de aquellas latitudes.
Al terminar el desayuno salimos dispuestos a iniciar la aventura. No habíamos caminado ni dos cuadras cuando vimos un centro comercial. Me hacían falta unos guantes para el frío y decidimos comprarlos ahí. No nos llevaría más de cinco minutos.
Fue un error. Horas después seguíamos allí, viendo tiendas. No es esa mi actividad favorita. Presionaba a todos para salir de ahí cuando una cafetería se interpuso en nuestro camino. ¿Quién puede decir que no a un café? Por eso es que acabamos allí, platicando animadamente a mediodía. El tiempo pasaba. La falta de acción me empezaba a angustiar. . .
Recuento del año que se fue
Es el primer día de 2019. Trato de no dar mucha importancia a las fechas pero es inevitable no pensar en lo que nos depare este flamante año. Tampoco en los logros, las alegrías y los momentos difíciles del anterior. Y por supuesto siempre viene a la mente lo que faltó de cumplir.
Ayer, en un momento tranquilo del día hice un examen de conciencia sobre el año que terminaba. Hubo grandes satisfacciones, por supuesto. Pero también quedó mucho por hacer. He mejorado, sin duda. Adquirí buenos hábitos y perdí otros. En general me sentí satisfecho.
Pero algo faltó: mucho quedó en el aire. Pendientes que estaba seguro de completar siguen en la lista de espera. La falta de acción fue evidente. Mi cabeza estaba llena de proyectos que me entusiasman. Pero no logré mucho. ¿Qué pasó?
Pendientes del 2018
En el año que pasó cumplí religiosamente con mis lluvias de ideas diarias. Ayer llegué a la número 3650. Este método me ayuda a pensar con más claridad y tal vez me ha hecho más creativo. De ahí han nacido posibles proyectos que me emocionan y entusiasman.

Pero también se paga un precio alto. Tantas ideas me han saturado la cabeza. Hay sueños ambiciosos por hacer realidad y no sé por dónde empezar. Algunos de los proyectos surgidos de las lluvias de ideas se convirtieron en grandes pendientes que viven en mi mente:
- Abrir un negocio: tengo muchas ideas pero ninguna vio la luz del día.
- Simplificar mi vida: ha habido progreso pero falta mucho.
- Publicar un libro electrónico: lo prometí en este espacio y hasta hora he completado aproximadamente el cero por ciento.
- Alcanzar la independencia financiera: Voy en la dirección correcta pero falta mucho todavía.
- Incrementar el ingreso pasivo: 2017 fue de grandes logros. En 2018 no hubo cambio.
- Terminar con la desidia: sigo en estado constante de emergencia. Cumplo con los plazos el día de su vencimiento.
Una simple solución
El que mucho abarca poco aprieta. La falta de acción es necesaria y deseable. Tener demasiados proyectos y asuntos pendientes no lleva muy lejos. Solo sirve para disfrutar de grandes sueños que no se materializan. Y hoy me quedo con la sensación de que se me fue un año sin grandes logros.
La solución es simple: no solo hay que pensar en qué hacer. Saber qué no hacer es igual de importante. Hay que hacer una lista de lo que se quiere lograr. Entonces hay que tomar una pluma roja y tachar todo excepto los cinco puntos más importantes.
Aclaro: eliminar no significa olvidar. Lo que hoy no es tan importante, en el futuro puede ser prioritario. En algún momento, cuando hayamos alcanzado las metas presentes, es hora de sacar las telarañas de los pendientes del pasado. Esto mantiene la concentración y la claridad mental.

La falta de acción juega un gran papel
Llevo meses con una extraña sensación en el estómago. A veces despierto repentinamente pensando en los pendientes del día. Me siento poco productivo, como si hubiera doblado las manos ante la desidia. ¿Me ha faltado decisión? ¿No seré capaz de dar seguimiento a mis proyectos? ¿Es válido estar preocupado por todo esto?
La respuesta a las tres preguntas anteriores es no. Estoy creando fantasmas inexistentes en mi mente. Si bien es cierto que podría ser más proactivo, la realidad es que no es bueno llenar mi cabeza de tareas imposibles. La falta de acción es la solución.
Debemos de dar el mismo valor a lo que se hace que a lo que no se hace. El descanso es tan importante como la actividad. Una mente clara logra más que una cabeza saturada. No hay que sentirse mal por algo que es un hecho en la vida.
Conclusión
Hemos superado un año más. En lo personal, falta mucho por hacer. Tuve buenas ideas y pobre ejecución. Para actuar necesito aclarar la mente. Esto se hace sacrificando las buenas ideas en beneficio de las excelentes. El tiempo es oro y la vida no tiene botón de pausa.
Tenemos que decidir entre lo importante y lo muy importante. Hay que eliminar lo que no se necesita sin piedad ni remordimientos. Algunos planes parecen atractivos pero en realidad se interponen en el camino. Hay que hacerlos a un lado sin olvidarlos: pueden ser necesarios en el futuro.

A Warren Buffett se le atribuye esta frase: “la diferencia entre la gente exitosa y la verdaderamente exitosa radica en que la segunda dice que no a prácticamente todo“.**
. . . Estábamos de vacaciones y decidimos tomarlo con calma. Había sido un año difícil. No había necesidad de estresarse. Si no visitábamos todo, había un buen pretexto para regresar en el futuro.
Usaríamos el tiempo disponible de modo inteligente. Con grandes caminatas visitaríamos lo que se pudiera. Pero el verdadero objetivo era relajarnos, pasarla bien y descansar. Lo merecíamos.
Respiré profundamente. La angustia despareció de inmediato. Ya no me sentía mal por estar ahí perdiendo el tiempo. Me recargué en el respaldo del sillón de la cafetería y llamé al mesero para pedir otra ronda de cafés y chocolates calientes.
Nota
* En georgiano, Tbilisi.
** Frase original: “The difference between successful people and really successful people is that really successful people say no to almost everything”
Qué buenas fotos, Artículo excelente. Te felicito.
Y no hay que abandonar los sueños aunque nunca se hagan realidad. Son parte importante de la vida.
La falta de acción a veces es muy importante y disfrutar de un rico café y de sabrosos chocolates compensa el haber dejado de conocer algunos lugares de la ciudad.
No hay que abandonar los sueños pero tampoco hay que dejar que se acumulen en la mente y queden siempre como tales.
Hay que ir tomando acción poco a poco para no saturarnos.
¡Gracias!
Sí, es bueno relajarse, vaciar la mente por un rato para dejar que fluyan las ideas, para establecer prioridades.
También pienso que no es tan bueno autoexigirse demasiado. Eso causa estrés. Hay que encontrar el equilibrio.
Muy buenas las fotos y qué rico poder disfrutar de un buen café… en cualquier lugar y en cualquier momento.
Tienes razón. No hay que exigirse demasiado. Pero tampoco hay que relajarse demasiado. Ese es el equilibrio que mencionas y que debemos de buscar.
¡Gracias!
Muy buen artículo, con buenas ideas y buenas fotos. Me recuerda lo que dijo alguien: “No comer por haber comido no es mal de peligro”.
Es parecido a no hacer por estar a gusto.
Felicitaciones por las lluvias de ideas. La cifra es impresionante y esas lluvias sirven de mucho.
Muy interesante comentario. ¡Gracias!