Si no se ha descompuesto, sigue intentando
Concluía un viaje de aventuras y visitas a recuerdos del pasado. El valiente viajero se sentaba cómodamente en el avión que lo regresaría a su lugar de residencia: 14 horas y media nada más. Después de eso, estaría otra vez instalado en la habitual rutina. Solo un obstáculo se interponía entre su objetivo y la realidad: el jet lag.
Siempre me ha gustado sentarme atrás. Lo hago en estos días cuando recibo cursos de capacitación en mi trabajo. En tiempos más remotos, mi preferencia era la misma. Cuando estoy adelante siento que pierdo la concentración. Posiblemente la cercanía a la autoridad me intimida un poco. Me siento observado. En mi lugar favorito estoy en mi elemento. Leer y escribir se vuelven mi naturaleza.
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Me encontraba solo frente a un reto que parecía imposible. Todos me habían abandonado. No había ayuda a la vista. Desgraciadamente el hábito estaba muy inculcado en mí. Era hora de pagar las consecuencias. Esperar un rato o dejarlo tendría un resultado funesto. El reto crecía de forma exponencial, mientras el tiempo transcurría impasible.
Diré la verdad: me sentí agobiado. ¿Cómo pude dar tan importante consejo, tan a la ligera y sin pensarlo más de un instante? Mi cuñada me agarró en un momento de optimismo. Para colmo pasó dos veces, no una. Después de haber ofrecido tales consejos, me queda una pregunta: ¿Qué pasará cuando llegue la inevitable plática padre-hijo? No lo sé. Por eso creo que lo más sensato es prepararme desde hoy.
Para empezar a escribir este artículo hice una búsqueda en Google con la frase “cómo perder 13 kilos”. Los resultados me desalentaron. La mayoría de la gente pregunta cómo puede bajar 13 kilos en el menor tiempo posible. Pensé: este artículo va a ser muy aburrido, pues creo firmemente que los buenos resultados (perder peso, inversiones, cambiar hábitos, etc.), llevan tiempo. Nunca he creído en fórmulas mágicas. Por muy aburrido que parezca, pues, el tema de este artículo es: “cómo perder 13 kilos en 8 meses”.
Durante casi toda mi vida la relación que habíamos tenido el ejercicio y yo había sido, por decirlo suavemente, un poco lejana.
Hubo períodos muy largos de prácticamente cero ejercicio, seguidos por períodos de actividad. Después de mucho entusiasmo, felicidad y alegría, pasaba algo “externo” que me daba el pretexto para regresar a otra época de letargo.