A alguien hay que echarle la culpa

A alguien hay que echarle la culpa

Cuando mi amigo Alessandro supo que viajaba a Milán me dio un consejo: “Ve a la Galería Vitorio Emanuelle II. “En el centro, encontrarás un toro en el piso. Pon tu talón derecho sobre sus genitales y da una vuelta. Te traerá buena suerte”. Seguí las instrucciones al pie de la letra. Sin embargo, a partir de ese momento mi surte cambió para mal. A alguien hay que echarle la culpa de eso.

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