Ser parte de un grupo grande no ayudaba. Todos hablábamos y nos interrumpíamos constantemente. Cada quién quería dejar en claro su punto de vista, yo incluido. Era la situación ideal para sentirme incómodo, pero tenía razón. Todos creíamos tener la información correcta. A pesar de ser consciente de la importancia de saber escuchar, mi participación no era la ideal.
Querer es un buen comienzo
Hace años, después de grandes esfuerzos, conseguí lo que era el trabajo de mis sueños. De esta manera se cumplían deseos que tuve desde niño. Tras el largo y exhaustivo proceso de selección, mis energías estaban muy bajas. Pero recibí una buena noticia: había sido exitoso. Al final se habían cumplido mis deseos de mucho tiempo Me dije a mí mismo que querer es poder.
Las eventualidades no se pueden planear
No recuerdo exactamente cuándo se me metió la idea en la cabeza. Habrá sido en la niñez, tal vez un poco después. Hace una semana realicé un proyecto que para otros era una idea descabellada. Hoy me dispongo a reseñar tal evento. Por supuesto, las eventualidades surgidas durante la realización de un sueño de muchos años tienen carácter protagónico.
El paso del tiempo es inevitable
Entre los recuerdos más vívidos de mi infancia está la noche del 5 de enero de 1979. ¿Por qué recuerdo una fecha tan precisa? Porque fue el día anterior a la llegada de los Tres Reyes Magos, a mis escasos 6 años. Ese día el paso del tiempo era muy lento. Cumplí con mis obligaciones puntualmente. La cena fue a la hora prevista. No quise ver televisión ni leer. Mi prioridad era ir a la cama cuanto antes.
El futuro que nos merecemos
Llegué cansado y entusiasmado después de un viaje muy largo. Era mi día favorito de la semana: martes. Lo disfruto mucho porque toca publicar artículo y descanso de mi ejercicio. Para mi sorpresa, el autobús que me llevaría del aeropuerto a mi hotel en la Gran Manzana tenía Internet. El entusiasmo duró poco. Al conectarme me di cuenta de que el servidor que aloja este blog (y otros sitios bajo mi responsabilidad) estaba fuera de línea. ¿En serio? Ese no es el futuro que nos merecemos.
Esa monótona zona de confort
A mis escasos veintidós años trabajé en el departamento de atención a clientes de una enorme empresa de mensajería. Mi tarea consistía en estar frente al teléfono durante mi turno y recibir llamadas. Los que me conocen, inmediatamente habrán detectado que ese trabajo me sacaba completamente de esa monótona zona de confort en la que tan a gusto me sentía. La razón: les tengo pavor a los teléfonos.
La peculiar relación entre el estrés y el caos
La semana pasada fue una semana de mucho estrés. Muchos pendientes que por desidia no había podido cumplir. Y muchos aún no han sido solucionados. Pero por alguna razón me siento tranquilo. Gracias a la peculiar relación entre el estrés y el caos veo que tal vez no estoy tan mal. Cumplí con algunos de los pendientes y eso me dio algo de tranquilidad. Otros siguen sin solucionarse. Ya habrá tiempo.
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Efectos secundarios del ejercicio
En una época de la vida intenté hacer una rutina. Consistía en salir todos los días a correr. Por diversas razones no aparecieron los efectos secundarios del ejercicio. Faltó un orden, no hubo planeación. Mi mente creó pretextos que me hacían ver las cosas difíciles. Por ello, a pesar de que lo disfruté, no me enamoré de la idea. No sabía que la actividad física venía con un paquete de consecuencias inimaginables.
El valor de vivir en el tiempo presente
Hace un par de meses hubo un evento inesperado en la casa. Debido a circunstancias que mencionaré más tarde, terminamos adoptando una gata. A Nieve parece no importarle su pasado o su futuro. Me da la impresión de que lo único en su cabeza es el valor de vivir en el tiempo presente. Explico a continuación por qué.
Las frases célebres que paralizan
“Si la pagas toda te vas a descapitalizar.” Fue la frase que me dijo alguien cuando le comenté que pensaba pagar toda mi deuda 14 años antes de su vencimiento. ¿Sería una de las frases célebres que paralizan, o en realidad tenía razón? En ese momento no sabía qué pensar. No era la primera vez que alguien me lo decía. Estaba confundido porque mi situación no era la más óptima en ese momento. Y la información que recibía generaba un conflicto interno entre lo que oía y lo que pensaba.