Se está volviendo costumbre tener, cada semana, un pretexto para la tardía publicación del artículo de los martes. Hoy tengo dos buenas razones: mucho trabajo en la mañana y un anillo. Hace años me pregunté cómo bajar de peso y cómo mantener el peso perdido. Sin embargo, nunca imaginé que mi dedo anular adelgazaría. No en aquel día del año 2001 cuando me tomaron las medidas de mi anillo de casado en una joyería de la calle Madero en la Ciudad de México.
El hábito sí hace al bloguero
Me encontraba solo frente a un reto que parecía imposible. Todos me habían abandonado. No había ayuda a la vista. Desgraciadamente el hábito estaba muy inculcado en mí. Era hora de pagar las consecuencias. Esperar un rato o dejarlo tendría un resultado funesto. El reto crecía de forma exponencial, mientras el tiempo transcurría impasible.
La inevitable plática padre-hijo
Diré la verdad: me sentí agobiado. ¿Cómo pude dar tan importante consejo, tan a la ligera y sin pensarlo más de un instante? Mi cuñada me agarró en un momento de optimismo. Para colmo pasó dos veces, no una. Después de haber ofrecido tales consejos, me queda una pregunta: ¿Qué pasará cuando llegue la inevitable plática padre-hijo? No lo sé. Por eso creo que lo más sensato es prepararme desde hoy.
De cero a corredor en 11 semanas
Mi relación con el ejercicio
Durante casi toda mi vida la relación que habíamos tenido el ejercicio y yo había sido, por decirlo suavemente, un poco lejana.
Hubo períodos muy largos de prácticamente cero ejercicio, seguidos por períodos de actividad. Después de mucho entusiasmo, felicidad y alegría, pasaba algo “externo” que me daba el pretexto para regresar a otra época de letargo.