Había una vez una actividad que adoraba y aborrecía por igual: lavar el auto familiar. Por un lado echaba a perder mi domingo de ocio. Pero había, por el otro, dos extrañas razones que me hacían disfrutarlo: un pequeño beneficio financiero y un viaje imaginario al futuro. No solo eso. El día de hoy, me ayuda a entender el conflicto entre la visión y la realidad.
Continuar leyendo “El conflicto entre la visión y la realidad”La eficiencia tiene sus límites
La ciudad de Lamu se encuentra en la costa este de Kenia. Es un lugar paradisíaco con 12 kilómetros de playas prácticamente desiertas. Aunque suene extraño, tiene algo en común con Venecia: no hay automóviles. Para compensar esto, hay un ejército de burros *. Estos se encargan de que la ciudad funcione con la eficiencia de un reloj.
La vida a los cuarenta y cinco
“Eres muy joven”. No entendí el comentario. A mis escasos 23 años me sentía maduro. La vida a los cuarenta y cinco años es diferente. He tenido muchas experiencias. Pero entonces acababa de llegar a una ciudad desconocida con gente nueva. Era mi primer trabajo en mi profesión. Ese día empezó una aventura que continúa hasta hoy.
La autocrítica, una gran virtud
Hay días en los que uno está peleado con el mundo y con uno mismo. Así me sentía en aquella ocasión. No había razón. Me disponía a tomar mi café de la mañana con un amigo. Eso debía de ser suficiente para estar de buen humor. La autocrítica me hubiera hecho ver las cosas de manera diferente. En cambio buscaba un pequeño pretexto. Lo encontré cuando llegué al vacío estacionamiento.
Con pequeños cambios se llega muy lejos
Durante los últimos años, abrir la puerta del armario tiene un efecto negativo: siento un nudo en el estómago. Los años que llevamos viviendo en la casa han sido testigos de una alarmante acumulación de objetos. Algunos de ellos son útiles. La mayoría, no. Lo fueron en el pasado, pero ahora no tienen nada que ofrecer. Es hora de deshacerme de lo que no necesito. Sé que poco a poco, con pequeños cambios, lograré cumplir este nuevo objetivo.
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A alguien hay que echarle la culpa
Cuando mi amigo Alessandro supo que viajaba a Milán me dio un consejo: “Ve a la Galería Vitorio Emanuelle II. “En el centro, encontrarás un toro en el piso. Pon tu talón derecho sobre sus genitales y da una vuelta. Te traerá buena suerte”. Seguí las instrucciones al pie de la letra. Sin embargo, a partir de ese momento mi surte cambió para mal. A alguien hay que echarle la culpa de eso.
Un verano lleno de pendientes
Cuando era niño, cada año, tenía una meta muy clara y simple: el último día de clases. No era un mal estudiante, pero la academia nunca fue mi actividad favorita. Eso no quiere decir que no había algunos sentimientos encontrados. Iba a extrañar a algunos de mis amigos. Pero también se veía en el horizonte un verano de emociones, juego y diversión.
Disfruta del momento y aprovéchalo
Como quien disfruta del momento, estaba yo en la playa, nadando y divirtiéndome con las revolcadas de las olas. A los ocho años, vivir frente al mar era un sueño hecho realidad. Mis hermanos y yo pasábamos horas en la playa. La piel ya se había acostumbrado a los rayos del sol. Tan cerca estábamos que mi mamá nos gritaba desde la cocina para que fuéramos a comer.
La constancia como base del éxito
Hoy ha sido un día particularmente pesado. El trabajo fue duro y el ánimo anduvo bajo en algunos momentos. Llegué tarde a casa y tengo poco tiempo para el artículo del martes. Además, estoy bajo los efectos del jetlag. Mi cuerpo me pide descanso. Pero he decidido que voy a escribir. La constancia es muy importante y no quiero quedar mal con los lectores. Por ello, me reporto en esta corta entrada.
Reporte de la desidia: ¿algún cambio?
En los principios del blog describí mi lucha contra un fantasma de mi imaginación: cumplir con la inspección anual del coche. Es una de muchas actividades que voy dejando y dejando hasta que el pánico se apodera de mí. En aquella ocasión, el asunto estuvo a punto de salirse de mis manos. Hace unos días llegó esa odiosa parte del año. Aprovecho la ocasión para dar mi reporte de la desidia, una de mis grandes debilidades.