No hay nada como las mañanas libres y sin responsabilidades. Las aprovecho para tomar café en un establecimiento casi vacío. Cuando no trabajo dejo a los niños en la escuela. De ahí manejo a un café cercano. A veces tengo excelente compañía. Fue en una de esas ocasiones cuando supe cómo preparar la mejor pasta. Si nadie me alcanza, no me pone triste la soledad.