Entre los recuerdos más vívidos de mi infancia está la noche del 5 de enero de 1979. ¿Por qué recuerdo una fecha tan precisa? Porque fue el día anterior a la llegada de los Tres Reyes Magos, a mis escasos 6 años. Ese día el paso del tiempo era muy lento. Cumplí con mis obligaciones puntualmente. La cena fue a la hora prevista. No quise ver televisión ni leer. Mi prioridad era ir a la cama cuanto antes.
El futuro que nos merecemos
Llegué cansado y entusiasmado después de un viaje muy largo. Era mi día favorito de la semana: martes. Lo disfruto mucho porque toca publicar artículo y descanso de mi ejercicio. Para mi sorpresa, el autobús que me llevaría del aeropuerto a mi hotel en la Gran Manzana tenía Internet. El entusiasmo duró poco. Al conectarme me di cuenta de que el servidor que aloja este blog (y otros sitios bajo mi responsabilidad) estaba fuera de línea. ¿En serio? Ese no es el futuro que nos merecemos.