No entendía qué podía tener de positivo la destrucción de un juguete que llevaba mucho tiempo en mi cuarto. Para colmo, se suponía que debía estar contento. Mi mamá me trataba de explicar pero yo no entendía. A mis escasos cuatro años de edad, el milagro del ahorro y la magia del interés compuesto eran conceptos completamente ajenos a mí.
Estructura en las finanzas personales
Todo parecía estar en orden. Un buen trabajo, un lugar donde vivir. Empezaba las responsabilidades familiares con el pie derecho. Me visualicé desde un ángulo diferente y me sentí orgulloso de lo que vi. Error: cuando veo perfección en mí, es momento de una inevitable lección de humildad. Sin una estructura en las finanzas personales que soportara un gran peso, el castillo de naipes se colapsaría en cualquier momento.