El entusiasmo de los inicios de mi carrera me llevó a conseguir un trabajo excesivo. Pasábamos doce horas en la oficina ayudando y esperando clientes. De repente alguien recibía una llamada. Era hora de ponerse a trabajar. El título del artículo de hoy es “Mejora tus finanzas mientras duermes”. Esto era imposible en esa época: mi tiempo de sueño era muy limitado.
La eficiencia tiene sus límites
La ciudad de Lamu se encuentra en la costa este de Kenia. Es un lugar paradisíaco con 12 kilómetros de playas prácticamente desiertas. Aunque suene extraño, tiene algo en común con Venecia: no hay automóviles. Para compensar esto, hay un ejército de burros *. Estos se encargan de que la ciudad funcione con la eficiencia de un reloj.
Ser un experto no es suficiente
Las noches sabatinas en la Sala Nezahualcóyotl de la Ciudad de México me traen buenos recuerdos. La aventura comenzaba en la tarde en casa de mi amigo Mariano. De ahí nos trasladábamos al concierto. Nunca llegué a ser un experto en música clásica, pero Mariano lo es. Por eso confiaba ciegamente en sus recomendaciones. Si él decía que algo era bueno, no lo cuestionaba.
Cómo organizar los proyectos
En la escuela secundaria me dio por dibujar aviones durante clases. Al principio los copiaba de revistas. Después los trazaba de memoria, con resultados aceptables. En la misma época escribí algunos cuentos cortos. Tampoco eran malos. Ambas actividades, sumadas a otros pasatiempos, absorbían gran parte de mi tiempo. Llegó el momento en que no sabía cómo organizar los proyectos, de tantos que eran.
La vida a los cuarenta y cinco
“Eres muy joven”. No entendí el comentario. A mis escasos 23 años me sentía maduro. La vida a los cuarenta y cinco años es diferente. He tenido muchas experiencias. Pero entonces acababa de llegar a una ciudad desconocida con gente nueva. Era mi primer trabajo en mi profesión. Ese día empezó una aventura que continúa hasta hoy.