Ser un experto no es suficiente

Las noches sabatinas en la Sala Nezahualcóyotl de la Ciudad de México me traen buenos recuerdos. La aventura comenzaba en la tarde en casa de mi amigo Mariano. De ahí nos trasladábamos al concierto. Nunca llegué a ser un experto en música clásica, pero Mariano lo es. Por eso confiaba ciegamente en sus recomendaciones. Si él decía que algo era bueno, no lo cuestionaba.

Mi oído musical era inexperto. En realidad lo sigue siendo hasta hoy. Aún así sabía que disfrutaría de lo que tocara la Orquesta Filarmónica de la UNAM. Pero eso no era todo. El viaje en auto a la Ciudad Universitaria, el ambiente afuera de la sala de conciertos, el rico café en la cafetería. Todo eso, en combinación, garantizaba una velada agradable.

Contrabajo
La práctica hace al maestro

Esa tarde logré que me prestaran el auto familiar. Pasé por Mariano. Después de un rato en su casa, salimos. Dirigí el coche en dirección sur por la Avenida de los Insurgentes. Las miles de luces de restaurantes y bares dieron lugar a la oscuridad de la zona universitaria. Poco después del estadio tomé la desviación que nos llevó a nuestro destino.

El estacionamiento estaba más lleno de lo normal. Tuve que dar varias vueltas  para encontrar lugar. La fila en la cafetería era inmensa. El café podía esperar. Lo importante era entrar temprano para encontrar un buen lugar. El concierto de esa noche era especial. . .

Orígenes humildes

Los expertos no nacen. Todos llegamos al mundo sabiendo lo mismo. El juego arranca en un campo justo y nivelado. Cuando nacemos nos vemos expuestos a infinidad de experiencias, sensaciones y estímulos. Sin embargo, como ya sabemos, esta justicia dura poco.

A temprana edad nos volvemos expertos en temas más especializados: reír, llorar, caminar, hablar y manipular a los papás. Después viene la educación. En la escuela seguimos un programa relativamente estándar. En casa aprendimos importantes lecciones escuchando y siguiendo el ejemplo.

Años después tomamos una importante decisión: a qué nos vamos a dedicar. Algunos estudian carreras universitarias. Otros trabajan. Hay quienes abren un negocio. Es en esta etapa cuando adquirimos experiencia. Aún así, dependemos del conocimiento de otros. Un astrofísico es un experto en su ramo. Pero estoy seguro de que lleva su coche con el mecánico.

En el congelador

Ser un experto puede tener efectos negativos. La experiencia adquirida nos atrapa. La vida se vuelve cómoda. Nos sentimos felices en nuestra zona de confort y dejamos de buscar nuevos retos. Esto puede ser peligroso. Las ilusiones del pasado pueden terminar en el congelador.

Es difícil salir de esa trampa. Conforme los días pasan enterramos los proyectos cada vez más. Los cheques quincenales llegan uno tras otro y no vemos la necesidad de cambiar. Nos empapamos del ambiente que nos rodea. Conocemos gente que está en lo mismo que nosotros, platicamos de los mismos temas.

libros
Un montón de libros nos pueden abrir los ojos para aprender los temas que siempre hemos querido

Lo anterior no es necesariamente malo. En esta etapa de la vida las finanzas toman forma. Algunos forman familias, otros incrementan su patrimonio. Pero después de años pueden aparecer dudas que nos quitan el sueño: ¿De verdad estoy haciendo lo que quería? ¿Debí de haber tomado decisiones diferentes en el pasado?

Un poco de variedad a la vida

Cuando muchos se dan cuenta de esto, es demasiado tarde. Después de una larga y exitosa vida están inconformes. Ser un experto es maravilloso. Pero la habilidad de seguir intentando no debería de desaparecer. Que lo que hacemos con habilidad y seguridad no nos detenga para experimentar con otras actividades que nos apasionan.

Conozco gente que ha tenido infinidad de profesiones a lo largo de su vida. Contando con gran habilidad y conocimiento en una materia, dieron giros de ciento ochenta grados para volverse expertos en algo diferente. Otros, sin cambiar de profesión, mantuvieron proyectos paralelos que dieron más sabor a su vida.

La variedad es buena. No debería bastar ser un experto en un tema. Hay que continuar aprendiendo a lo largo de la vida. Pensar afuera de la norma, establecer nuevas metas y retos abren la mente. De repente la vida se ve desde una perspectiva distinta.

La propuesta

Soy afortunado: disfruto intensamente mi trabajo y además me pagan por hacerlo. Aún así, a veces pienso en la carrera que no estudié o en el negocio que siempre he querido abrir. Queda un libro por escribir. Hay una cosquilla insistente. Al mismo tiempo, una vocecilla me recuerda que ser un experto no es suficiente.

búhos
Ser un experto no quiere decir que no acudamos a nuestros amigos para adquirir conocimiento adicional.

A veces es difícil escucharla. Ser un experto puede cerrar la mente a buscar nuevas experiencias. Pongamos atención. No hagamos oídos sordos a nuestra conciencia; volvamos a sentir esa emoción de antes. No se requieren cambios radicales. Basta con usar el tiempo disponible para dar lugar a la experimentación.

Basta con dar un pequeño paso. Lo importante es echar a andar la maquinaria. Leer un libro o un artículo en línea puede crear una reacción en cadena increíble. Lo importante es saber que nunca es tarde.

Ser un experto no es suficiente

No importa si estamos o no conformes el día de hoy. Es imperativo no poner la vida en piloto automático. No perdamos el entusiasmo. Nunca es tarde para emprender nuevos proyectos. Siempre hay que tener ganas de experimentar y aprender.

La vida cambia. Las personas evolucionan. Es normal darnos cuenta de que podríamos estar haciendo algo diferente. Ser un experto es bueno. Tener un nuevo tema por aprender es todavía mejor.

Busquemos, a través de un examen de conciencia, las pasiones latentes que habitan nuestro corazón. Al encontrarlas estaremos de  frente con horizontes nuevos e inéditos. Estos incrementan la dosis de intensidad a la vida.

Conclusión

marcianos en nave espacial
Es bueno especializarse pero también hay que tener variedad en la vida.

Dicen que se necesitan 10,000 horas para volverse un experto. Estoy de acuerdo. Por eso no hay tiempo que perder. No hay que conformarse con dominar un tema. Aprendamos algo nuevo constantemente. Combinemos los conocimientos para reforzar lo que ya dominamos.

Nunca es tarde para empezar. Pero cuanto antes, mejor. Si no sabemos nada del tema que nos apasiona, es hora de empezar a cometer errores y aprender de ellos. Hay que exponernos a lo nuevo y a lo desconocido. Así, poco a poco, es como se crea un experto, de nuevo.

. . . A lo largo de la temporada asistimos religiosamente a todos los conciertos. Algunos fueron fenomenales. Otros, no tanto. Afortunadamente durante todos esos meses sabía que estaba a un lado de un experto en música clásica: Mariano.

Ese día era especial. En la sala, casi vacía en otras ocasiones, no cabía un alfiler. Las expectativas eran altas. La gente estaba emocionada. Los músicos afinaban sus instrumentos siguiendo al primer violinista. Nos sentamos en nuestro lugar favorito: a un lado de la sección del coro. Cuando salio el director, lo teníamos casi de frente.

La orquesta empezó a tocar. Durante los siguientes 65 minutos escuché, extasiado, la Novena Sinfonía de Beethoven. Sin ser un experto disfruté de cada segundo. La piel se me erizó cuando, al unísono, se levantaron todos los miembros del coro. Casi se me salen las lágrimas cuando empezó la Oda a la Alegría. *

Nota

* Disfruto de cada segundo de la Novena sinfonía de Beethoven. Pero la parte coral se me hace simplemente espectacular.

6 respuestas a “
Ser un experto no es suficiente

  1. Muy buen artículo. Es bueno experimentar cosas nuevas sin dejar de lado aquellas en las que somos expertos pues nos brindan seguridad.
    Yo experimenté una emoción igual en la ciudad de Puebla, oyendo la Novena en un edificio colonial hermosísimo. Fue una experiencia inovidable e irrepetible.

  2. Grandes tiempos y funciones que nos aventamos, Ale. Muy amable y gracias por lo que me corresponde en lo que mencionas. Esa Novena Sinfonía es sin duda alguna un “levantamuertos” y esos primeros compases del primer movimiento, en sus 10 primeros segundos, nos dan ya toda la pauta para considerar que estamos ante una Obra de Arte en toda la extensión de la palabra (de principio a fin). Si a esto le agregamos que fue compuesta por un sordo… ni qué decir de tan emotivo trabajo sinfónico. Además, muy reflexivo y oportuno todo lo que nos comentas. Saludos

    1. Gracias por el comentario, Mariano.

      Vaya que si disfrutábamos de los conciertos. Muy acertado lo que dices respecto a los primeros diez segundos de la Novena.

      Sin duda una obra que destaca de inmediato.

      ¡Gracias!

  3. ¡Qué lindo artículo! No ovidar que en la vida hay variedad y muchas cosas que se pueden disfrutar, sin necesariamente ser expertos. Como una obra de arte.

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