Esa monótona zona de confort

A mis escasos veintidós años trabajé en el departamento de atención a clientes de una enorme empresa de mensajería. Mi tarea consistía en estar frente al teléfono durante mi turno y recibir llamadas. Los que me conocen, inmediatamente habrán detectado que ese trabajo me sacaba completamente de esa monótona zona de confort en la que tan a gusto me sentía. La razón: les tengo pavor a los teléfonos.

Evito al máximo su uso. Ya sea arreglando las cosas personalmente, o dejando que la desidia tome el control de la situación. La gente me dice: “¿Por qué no les hablas por teléfono?” como si fuera tan sencillo.

teléfono público
No me pongan uno de esos enfrente

Cuando se presentó la oportunidad de tomar este trabajo, temblé. No había otras opciones disponibles en el momento. Cada día era un reto para mí: pedidos para recolección de paquetes a domicilio o presupuestos. También recibía llamadas de personas desesperadas, cuyos paquetes, necesarios para misiones críticas, estaban extraviados o detenidos en la aduana.

Enfrenté gritos, ataques personales vía telefónica, amenazas, gente culpándome de su situación, insultos. También fui destinatario de agradecimientos, felicitaciones, y hasta propuestas de citas románticas. Esas, desafortunadamente, las rechazaba amablemente, ya que todas las llamadas eran supervisadas.

Es necesario salir de ella

Esa monótona zona de confort hace pensar que todo es más fácil. Es una zona de tranquilidad. Las sorpresas no existen. Suena atractiva, pero es paralizante. No hay necesidad de buscar nuevos retos. Salir de sus brazos protectores puede tener como consecuencia inseguridad y miedo.

Salir de ella requiere un gran esfuerzo. A veces el hecho de buscar un poco de incomodidades o dificultades trae resultados inesperados. Buscar actividades afuera de las habilidades de uno, fortalece. Nos hace darnos cuenta de que ni era tan difícil ni estábamos tan limitados como pensábamos.

zona de confort
Algunas veces es muy amplia y cuesta trabajo salir de ella

Es una buena forma de ayudarnos a mejorar continuamente. En ocasiones, trato de experimentar con situaciones que me hacen sentir fuera de lugar, que me sacan de mi área de conocimiento. Al principio es incómodo, pero ya de regreso me siento satisfecho de haber salido airoso. Me doy cuenta de que de alguna manera fui dueño de la situación.

Al final no pasa nada. Si hacemos el ridículo, a nadie le importa. Ni siquiera se dan cuenta. No es tan difícil como parece. La sensación es una mezcla entre alegría y alivio. Dentro de mí, celebro lo intrépido que fui.

Esa monótona zona de confort

La solución es escapar frecuentemente de su proteccionismo paralizante. Cada persona es diferente. No pretendo ofrecer una lista con una solución, pero he decidido compartir con los amables lectores mis diez ideas al respecto. Cada quién tendrá diferentes retos individuales.

1.- Salir en grupos grandes

Anteriormente anuncié al mundo que me considero introvertido. En ese artículo mencioné una cena con un grupo grande, con mesas juntas y compartiendo platillos. A pesar de que todo el escenario me sacó de mi zona de confort, pasé una velada muy agradable.

2.- Ir a lugares públicos en horario pico

Si me quieren encontrar en un centro comercial, tendrá que ser un día entre semana, en la mañana. Me encontrarán en la cafetería, leyendo un libro. Ir un fin de semana me saca de esa monótona zona de confort en la que vivo.

3.- Hablarle a un extraño en la calle

Un día estaba sentado en un restaurante solo, comiendo. En la mesa de junto se sentaron dos señoras, una de ellas en silla de ruedas. Decidí entablar una conversación con ellas. Una de ellas hablaba otro idioma. La traducción simultánea hizo un poco extraña la situación.

4.- Invitar un café a un desconocido

Al final de la comida, una de ellas pidió un café. Llamé al mesero y le dije que yo la invitaría su café. Moría de miedo. Pensé que se ofendería. No fue así. Fue un pequeño detalle que me dejó con alegría el resto del día. Espero que a ella también.

sitio construcción
Una vez abandonada, está prohibido regresar.

5.- Ejercicio

Disfruto mucho correr al aire libre, de preferencia junto a agua, en parques o jardines. Hacerlo en caminadora no es tan agradable. El tiempo pasa lento. Sin embargo, lo tomo como un reto y al final me siento satisfecho.

6.- Comer algo diferente a lo acostumbrado

Si otros lo comen y no les hace daño, no me pasará nada. A veces hasta lo disfruto. He descubierto nuevos platillos que de otra manera no hubiera conocido.

7.- Leer sobre un tema que no entiendo

Algo que me interesa pero que está completamente fuera de mi área de conocimiento. Al principio da la impresión de que está en otro idioma. Pero poco a poco me familiarizo con el tema. No llegaré a dominarlo, pero al menos empiezo a entenderlo.

8.- Manejar a horas de tráfico

Afortunadamente el traslado a mi trabajo es en horarios raros. Pocas veces me enfrento al tráfico. Cuando lo hago, lo encuentro muy estresante. Una prueba a mi fortaleza. Nunca me pondré en esa situación de manera voluntaria, pero cuando lo hago, lo tomo como un reto.

9.- Hacer llamadas telefónicas

Ya lo expliqué. Lo evito al máximo. He manejado kilómetros con tal de no levantar el teléfono. La gente me dice: “¿Por qué no les hablas?”, como si fuera tan fácil. Cuando lo hago, me doy cuenta de que no era tan difícil y siento cierta satisfacción.

10.- Buscar el lado difícil

En mis confesiones ochenteras, explico que a veces evito un poco la tecnología, a pesar de que me gusta. Sin embargo, depender demasiado de ella me atrapa en esa monótona zona de confort. Por eso, a veces hago las cosas “a la antigüita”, aunque resulte más difícil.

Conclusión

mamá con niño
Es necesario salir del área protectora para enfrentar los retos de la vida

Al salir de esa monótona zona de confort nos hacemos un favor. Es un ejercicio para la mente. Nos hace buscar nuevos retos y horizontes. Nos ayuda a adquirir nuevas habilidades. Estancarnos en lo que conocemos o en lo que nos resulta cómodo nos pone en peligro de inacción y, en casos extremos, de depresión.

La decisión es difícil, pero el resultado es casi siempre positivo. El regreso después de haber salido de nuestra zona de confort trae gran satisfacción. Nos sentimos como súper héroes que por un momento rompieron las leyes de la física para salvar al mundo.

Era yo muy joven. ¿Cómo podía estar en el teléfono todo el día? En retrospectiva, sin embargo, no me arrepiento de haber aceptado ese trabajo:

  • Me ayudó a madurar.
  • Adquirí experiencia para responder preguntas difíciles y en la toma rápida de decisiones.
  • Entendí que cuando la gente descarga sus frustraciones en uno, no lo hace de manera personal.
  • Aprendí a hablar con más seguridad y claridad.
  • Ayudó a aumentar mi autoestima.

En resumen: me dejó enseñanzas que me han servido durante toda la vida.

10 respuestas a “
Esa monótona zona de confort

  1. Qué razón tienes…El esfuerzo para salir de la zona de confort da frutos positivos. Muy buen artículo y excelentes fotos. Te haré caso y seguiré tu ejemplo.

  2. Este artículo me parece motivador pues todos tenemos tendencia a permanecer en nuestra propia comodidad o confort. Muy buen ejemplo el de tener que hablar por teléfono por obligación, no por gusto. El artículo también está muy claro y, como los demás, muy bien escrito. Me gustaron las fotos. Felicitaciones.

  3. Todos tenemos nuestras pequeñas, o medianas, o grandes fobias. A veces hay situaciones que para la mayoría pueden ser normales pero que a nosotros, por alguna razón, nos producen temor. Si las enfrentamos, aprendemos de ellas y nos sentimos orgullosos. No siempre es fácil pero siempre vale la pena el intento.

  4. Tienes razon. Voy a tomar riesgos con la computadora, que me saca de confort. Total si me equivoco, tal vez a tanto practicar hasta aprenda mejor su manejo. Gracias

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