Optimismo y pesimismo van de la mano

El sistema de trenes en Tokio es complejo, por decir poco. Nuestro objetivo era viajar del centro de la ciudad al aeropuerto de Narita. El cálculo era difícil. Entre las dificultades lingüísticas y el haber llegado días antes desde Osaka en el tren de alta velocidad, hacían imposible saber con certeza el tiempo que nos llevaría tal travesía. En aquellas épocas el concepto de que el optimismo y pesimismo van de la mano no existía para mí. Era yo un pesimista de tiempo completo.

Durante varios años de mi vida he gozado de un gran privilegio: poder viajar en avión con boletos de descuento. Ningún privilegio se obtiene sin tener que pagar un precio: hay que viajar sujeto a espacio. Desde un punto de vista optimista: si hay lugar disponible en el avión, viajas. Desde el punto de vista pesimista: si el vuelo se llena, no viajas.

Vaso medio vacío o medio lleno
Si está medio lleno o medio vacío es irrelevante. Lo que importa es qué podemos hacer con su contenido

Era el final de unas vacaciones familiares. Estaba nervioso y mi mente divagaba:

  • “El tren se va a tardar”. El sistema ferroviario más eficiente del mundo no nos traicionó. Llegamos al aeropuerto a tiempo.
  • “El vuelo va a estar lleno. Nos van a bajar.” No sucedió.
  • “Nos van a dar lugar en el último momento y tendremos que correr” . Había muchos lugares disponibles. Tras una pequeña demora, teníamos los pases de abordar.
  • “Las filas en el filtro de seguridad seguramente serán larguísimas.” Solo había dos personas adelante.
  • “¿Algún problema en migración de salida?” El oficial  selló el pasaporte y lo devolvió con una sonrisa.

Hubo tiempo de comprar algún perfume en las tiendas del aeropuerto, de caminar un rato y de tomar un café. Aproximadamente una hora antes de la salida platicábamos animadamente, en la sala de espera, frente al avión que nos llevaría de regreso a casa

Antecedente

En esa no tan lejana época era yo completamente pesimista. Tenía la idea loca de que pensando negativamente las cosas iban a salir bien. Afortunadamente mi forma de pensar ha cambiado. Me volví optimista. Sin embargo, estoy consciente de que optimismo y pesimismo van de la mano.

Me di cuenta de algo importante: las cosas pasan independientemente de nuestra forma de pensar. Al optimista le pasarán cosas buenas y malas. Al pesimista le irá exactamente igual. El hecho de vivir en este mundo nos expone a las mismas condiciones.

Saber esto es muy importante. Así se hace posible tomar decisiones inteligentes basadas en un análisis realista y libre de riesgos innecesarios.

Ventajas del optimismo

Tener una mentalidad optimista y positiva nos da seguridad en nosotros mismos. Nos ayuda a tomar decisiones y riesgos. Algunas veces los amigos y familiares nos advierten cuán loca es nuestra idea y nos dan mil razones por las que la probabilidad de éxito es baja. Ignoramos aquellos comentarios y nuestras propias dudas. Nos lanzamos, y las cosas salen bien…

O mal. Porque la sola existencia del optimismo no garantiza buenos resultados. Si todo salió como deseábamos, estaremos felices con el triunfo. Si no, no importa: algo aprenderemos de la experiencia. Esta es la importancia del optimismo: nos ayuda a aprender y a crecer, aunque el resultado no sea el deseado.

El optimismo nos motiva a tomar riesgos. Si están correctamente calculados, se incrementa la posibilidad de éxito. Si este no se logra, al menos sabremos un poco más y tendremos más experiencia. Con lo aprendido, el éxito llegará en el segundo, tercero, cuarto… bueno: lo importante es seguir intentando.

El optimismo excesivo puede tener también desventajas. Por ello, paso al siguiente punto de esta entrada, en la que el optimismo y pesimismo van de la mano.

Ventajas del pesimismo

pato flotante
Una actitud positiva y realista permite flotar en aguas turbulentas.

Suena raro pero ser pesimistas tiene ventajas. Nos hace realistas. Permite analizar hasta dónde podemos llevar las cosas. Ayuda a darnos cuenta de que hay un punto en el que aprender o adquirir experiencia puede ser inaceptable. Si la acción que el optimista en nosotros quiere llevar a cabo puede traer consecuencias irreversibles, una dosis de pesimismo no es mala.

El pesimista en nosotros establecerá un “plan B” por si algo falla al planear nuestros objetivos. Este pensamiento no es de ningún modo negativo. Está basado en un pesimismo objetivo y positivo: en la realidad. Al analizar las posibilidades de éxito de nuestros proyectos, esta mentalidad nos hará analizar las posibilidades y las alternativas que enfrentamos.

Optimismo y pesimismo van de la mano

Como mencioné antes, lo negativo o positivo de los pensamientos no tiene influencia sobre lo que pasa. Por el solo hecho de estar en el mundo nos van suceder cosas buenas y malas. Estos eventos aleatorios no se ven afectados por nuestra actitud. Simplemente suceden.

Con una actitud positiva y optimista es posible cambiar la forma de ver tales eventos. Pero antes de eso, una actitud pesimista nos prepara antes de que sucedan. Así no nos tomarán por sorpresa y nos ayudarán a mejorar constantemente.

Un ejemplo: si creo que manejar un auto a gran velocidad en el centro de la ciudad con semáforos, autos y peatones no incrementa la posibilidad de provocar un accidente, sería un optimismo negativo (y tonto). Si en cambio pienso que manejar así puede tener consecuencias nefastas y es mejor no hacerlo, es un pesimismo positivo.

También es posible exponernos voluntariamente a sucesos buenos o malos. Cuando el optimismo y pesimismo van de la mano, la probabilidad de encontrar la buena fortuna se incrementa. El optimismo moderado nos ayuda a exponernos a hechos o eventos que un pesimista excesivo no tendría la oportunidad de conocer. El pesimismo realista, por otro lado, nos hará ver que hay límites. Así evitaremos riesgos que un optimista excesivo tomaría sin pensar.

Sabiendo que el optimismo y pesimismo van de la mano, podemos mejorar algunos aspectos en diferentes rubros:

La salud

Pensando de manera optimista, nos proponemos hacer ejercicio, bajar de peso, alimentarnos bien y tener buenos hábitos. Una excelente decisión cuyas consecuencias solo pueden ser positivas. Pero esto nos puede llevar a pensar que nada malo puede suceder.

Por otro lado, el pesimista en nosotros nos dice que las enfermedades pueden suceder independientemente de nuestro nivel de alimentación, ejercicio o buenos hábitos. Si nos preparamos mentalmente, nuestra reacción en caso de mala salud será más eficiente ya que el factor sorpresa quedará eliminado.

Las finanzas

Hay que ser optimistas y pensar que nunca nos faltará el dinero necesario para cubrir las necesidades básicas y llevar una vida digna con acceso a comodidades y esparcimiento.

Un poco de pesimismo nos puede llevar a saber que el dinero no va a estar disponible todo el tiempo. Por eso es muy importante mantener las finanzas personales estables. Eso se hace viviendo por debajo de los ingresos, libres de deudas, con un fondo de emergencia, ahorrando e invirtiendo. Esto es el resultado de un pensamiento pesimista.

El trabajo

Es bueno pensar positivamente. Esto nos llevará a buscar mejores trabajos, o ascensos en el actual. Lucharemos constantemente para mejorar nuestras habilidades, conocimientos e ingresos.

El pesimismo nos hará contar con una opción en caso de que el trabajo se acabe. Puede ser con la posibilidad de otro empleo, o, mejor aún, buscando constantemente incrementar nuestras fuentes de ingresos pasivos.

semáforo peatonal
La inteligente combinación entre optimismo y pesimismo nos dará luz verde para caminar con seguridad hacia nuestras metas.

Conclusión

El optimismo y pesimismo van de la mano. Así debe ser. Ambos se complementan.

Ser optimistas nada más por serlo nos puede llevar a tomar decisiones que podemos lamentar en el futuro. El pesimismo por sí solo nos paraliza, nos hace ver problemas donde no los hay, nos impide tomar riesgos calculados. También nos lleva a andar siempre con una actitud negativa.

Propongo un pensamiento positivo con una visión amplia de la realidad. Desgraciadamente los medios de comunicación nos muestran únicamente las historias de éxito: los grandes emprendedores con miles de millones, los accidentes de auto en los que todos sobreviven. Nos hacen ver solo situaciones perfectas y exitosas.

Esto puede distorsionar la realidad. Sabiendo que el optimismo y pesimismo van de la mano, podemos recetarnos una dosis de sentido común. Nos daremos cuenta de que no todo funciona como queremos o esperamos. Entonces podremos estar listos para aprender de los fracasos y salir de ellos fortalecidos.

…Aproximadamente una hora antes de la salida platicábamos animadamente, en la sala de espera, frente al avión que nos llevaría de regreso a casa. En ese momento, se oyó un mensaje en japonés. Al ver la cara de otros pasajeros me di cuenta de que algo no andaba bien.

copas
Los sistemas frágiles necesitan de un colchón para no romperse en mil pedazos si colapsan

El vuelo se canceló por una falla mecánica. El avión del día siguiente se llenó (se juntaron los pasajeros de los dos vuelos). No viajar ese día podría traerme malas consecuencias en mi trabajo. Alcancé el último lugar disponible. La familia no tuvo tanta suerte. Con tristeza y desesperación alcancé a reservar una noche de hotel y pude darles suficientes yenes para pasar la noche. 24 horas después estábamos felizmente reunidos en casa.

Nota:

Ninguna copa resultó dañada durante la producción de este artículo. Una buena noticia para mí, definitivamente. Esto significa que no dormiré en el sofá.

13 respuestas a “
Optimismo y pesimismo van de la mano

  1. Excelente artículo. Difiero en que los medios de comunicación solo muestran los éxitos. Creo que el énfasis está en lo negativo. Abundan las malas noticias ¿o no estás de acuerdo?
    Muy buenas fotos.

    1. Estoy completamente de acuerdo en que los noticieros se centran en lo negativo y en las malas noticias.

      Por otro lado, hay programas, películas y artículos en los que parece que el éxito (su versión) se consigue sin hacer nada. Esto deja a millones de personas que en realidad son afortunadas, sintiendo frustración por creer que no han conseguido nada en la vida.

      Hay programas que enseñan videos de accidentes automovilísticos terribles, en los que todos sobreviven sin un rasguño.

      Los dos puntos anteriores alejan de la realidad a mucha gente.

      ¡Gracias!

      1. Tienes toda la razón. Esos programas de accidentes en que todos salen ilesos también, aparte de ser irreales, dan una visión distorsionada de la realidad.

  2. Me alegro de que no se haya roto ninguna copa, aunque pensé que eso habría pasado al ver las fotos. El tema es difícil, pero está muy bien tratado. Hay que estar en el justo medio y evitar ser siempre pesimista o siempre optimista. Cuando compraba billetes de lotería era optimista; al enfrentarme a la lista de premios, era pesimista. Nunca gané ningún premio. Felicitaciones por un excelente artículo.

  3. ¡Qué buen artículo! Muy bien ilustrado. Como en todo, lo ideal es encontrar el equilibrio. Si estamos siempre pesimistas, sufrimos innecesariamente. Si estamos siempre optimistas, corremos riesgos, también innecesarios. Mejor ser realistas. Ocuparnos, no preocuparnos.

  4. Yo he tomado buenas decisiones pensando pesimista aunque no es la mejor manera. Lo mejor es ser realista y pensar, si no resulta de la mejor manera, que seria lo peor que me puede pasar? Y asi tomar precauciones.

    1. La mente positiva al tomar decisiones es muy importante para tomar riesgos calculados. Sin embargo, puede ser una arma de dos filos y ahí es cuando el pesimismo y más bien el realismo crean un equilibrio sano.

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