El entusiasmo de los inicios de mi carrera me llevó a conseguir un trabajo excesivo. Pasábamos doce horas en la oficina ayudando y esperando clientes. De repente alguien recibía una llamada. Era hora de ponerse a trabajar. El título del artículo de hoy es “Mejora tus finanzas mientras duermes”. Esto era imposible en esa época: mi tiempo de sueño era muy limitado.
Cómo protegerse de una crisis bursátil
Un giro del destino me hizo ver, en 1988, con una gran suma de dinero. Esto desde el punto de vista de un muchacho de quince años, al menos. Pero estaba feliz con mi pequeña fortuna. ¿Me lo gasté en algo inútil? De ninguna manera: la decisión fue invertir en libras esterlinas. Aquel muchacho, que ni siquiera sabía cómo protegerse de una crisis bursátil, estaba entrando al mercado de divisas. Se estaba diversificando.
En el lugar y el momento adecuados
En 2011 me enteré de la existencia del Bitcoin. En ese año alcanzó la paridad con el dólar. El tema me interesó desde el principio. Sin embargo, me quedé a un lado, como simple espectador. En ese entonces se podía obtener un gran número de “monedas” por el método de “minería” usando una computadora muy básica. A diferencia de mí, otros sí participaron activamente. Estaban en el lugar y el momento adecuados.
Estrategias bursátiles de un aficionado
¿Hay relación entre el ejercicio y mis estrategias bursátiles? Por azares del destino, sí. La combinación de eventos aparentemente ajenos entre sí puede traer resultados sorprendentes. Gracias a la historia que cuento a continuación decidí empezar a leer ávidamente temas diversos. Sé que un día todos se van a entrelazar y me ayudarán a ver la vida con más claridad. Me explico:
La independencia financiera es alcanzable
“Bueno: Tenemos dónde vivir. Solo falta un ingreso fijo que dé para comer.” Tan sabio razonamiento salió de mi cabeza en el año 2003. La situación era difícil: acababa de perder mi trabajo. Afortunadamente, recibí una liquidación. Esto me dio oxígeno para respirar. Así fue posible liquidar una deuda grande: el departamento en que vivíamos, comprado el año anterior. Estaba a años luz de la independencia financiera. Sin embargo, su semilla estaba germinando.
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La magia del interés compuesto
No entendía qué podía tener de positivo la destrucción de un juguete que llevaba mucho tiempo en mi cuarto. Para colmo, se suponía que debía estar contento. Mi mamá me trataba de explicar pero yo no entendía. A mis escasos cuatro años de edad, el milagro del ahorro y la magia del interés compuesto eran conceptos completamente ajenos a mí.
Pequeños pasos, resultados sorprendentes
“Niño Alejandro Merediz, lo busca su mamá en la entrada“. El mismo mensaje se había repetido varias veces en los altavoces del patio de la escuela. Yo, como siempre distraído, no lo había escuchado. Era mi primer día en la escuela primaria y todo era nuevo. No sabía que ese día era el primero de múltiples pequeños pasos que me llevarían durante años a través del sistema educativo. Tampoco se me había ocurrido que ya habían pasado a recogerme.
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El edificio de las finanzas personales
Bajo los efectos de la cafeína todo parecía más atractivo de lo que realmente era. Mi ignorancia de cómo se construye el edificio de las finanzas personales no me ayudaba. Pensaba que ante mí había una buena inversión. Además mi interlocutor era buen vendedor. Estaba yo en desventaja. La historia que cuento a continuación se remonta al año 2010. Hagamos un viaje al pasado.
Bitcoin: un paseo por la montaña rusa
En casa hay un desordenado cuarto que se puede considerar mi oficina. Dicho espacio ha sido la fuente que ha dado luz a grandes proyectos, incluido este blog. Hace unos años, la escena recordaba al laboratorio de un científico loco. El ruido era intolerable. El calor, indiferente al viento generado por el constante uso del aire acondicionado. Tres computadoras operaban las 24 horas al 100% de su capacidad. El consumo eléctrico era excesivo. El polvo se impregnaba en sus inútiles ventiladores. ¿La razón? Se llevaba a cabo una operación de minería de Bitcoin.
La fachada de las finanzas personales
Nunca olvidaré el día en que recibí mi primer sueldo. Fue una sensación irrepetible. Mi ingreso actual es más sustancioso que el de ese día. Sin embargo, nunca volví a sentir la misma alegría de aquel día al recibir mi salario. El mundo ha cambiado. En ese entonces recibía un cheque. Ahora recibo un mensaje en mi teléfono informándome de la transferencia de mi sueldo a mi cuenta corriente. La emoción no era por el cheque en sí, sino por lo que representó. Ese día empecé a construir la fachada de lo que esperaba serían unas bien merecidas vacaciones.