Ser parte de un grupo grande no ayudaba. Todos hablábamos y nos interrumpíamos constantemente. Cada quién quería dejar en claro su punto de vista, yo incluido. Era la situación ideal para sentirme incómodo, pero tenía razón. Todos creíamos tener la información correcta. A pesar de ser consciente de la importancia de saber escuchar, mi participación no era la ideal.
Cómo mantener el peso perdido
Se está volviendo costumbre tener, cada semana, un pretexto para la tardía publicación del artículo de los martes. Hoy tengo dos buenas razones: mucho trabajo en la mañana y un anillo. Hace años me pregunté cómo bajar de peso y cómo mantener el peso perdido. Sin embargo, nunca imaginé que mi dedo anular adelgazaría. No en aquel día del año 2001 cuando me tomaron las medidas de mi anillo de casado en una joyería de la calle Madero en la Ciudad de México.
Querer es un buen comienzo
Hace años, después de grandes esfuerzos, conseguí lo que era el trabajo de mis sueños. De esta manera se cumplían deseos que tuve desde niño. Tras el largo y exhaustivo proceso de selección, mis energías estaban muy bajas. Pero recibí una buena noticia: había sido exitoso. Al final se habían cumplido mis deseos de mucho tiempo Me dije a mí mismo que querer es poder.
El jet lag y cómo contrarrestarlo
Concluía un viaje de aventuras y visitas a recuerdos del pasado. El valiente viajero se sentaba cómodamente en el avión que lo regresaría a su lugar de residencia: 14 horas y media nada más. Después de eso, estaría otra vez instalado en la habitual rutina. Solo un obstáculo se interponía entre su objetivo y la realidad: el jet lag.
Las eventualidades no se pueden planear
No recuerdo exactamente cuándo se me metió la idea en la cabeza. Habrá sido en la niñez, tal vez un poco después. Hace una semana realicé un proyecto que para otros era una idea descabellada. Hoy me dispongo a reseñar tal evento. Por supuesto, las eventualidades surgidas durante la realización de un sueño de muchos años tienen carácter protagónico.
Leer y escribir son alimento para la mente
Siempre me ha gustado sentarme atrás. Lo hago en estos días cuando recibo cursos de capacitación en mi trabajo. En tiempos más remotos, mi preferencia era la misma. Cuando estoy adelante siento que pierdo la concentración. Posiblemente la cercanía a la autoridad me intimida un poco. Me siento observado. En mi lugar favorito estoy en mi elemento. Leer y escribir se vuelven mi naturaleza.
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Un plan B en todo momento
La familia estaba a bordo de un pequeño auto mal estacionado a un lado de la calle, evitando apenas afectar el paso de los otros coches. Yo me encontraba afuera del auto. ¿La razón? Estaba comprando tamales* en un puesto de la calle para un desayuno familiar en casa de mis padres. Plan sencillo: trasladarnos al otro lado de la ciudad, desayunar rico, pasar un rato de sobremesa para seguir con otros planes del día. ¿Qué podía salir mal? ¿Había necesidad de tener un plan B? Para nada.
La fachada de las finanzas personales
Nunca olvidaré el día en que recibí mi primer sueldo. Fue una sensación irrepetible. Mi ingreso actual es más sustancioso que el de ese día. Sin embargo, nunca volví a sentir la misma alegría de aquel día al recibir mi salario. El mundo ha cambiado. En ese entonces recibía un cheque. Ahora recibo un mensaje en mi teléfono informándome de la transferencia de mi sueldo a mi cuenta corriente. La emoción no era por el cheque en sí, sino por lo que representó. Ese día empecé a construir la fachada de lo que esperaba serían unas bien merecidas vacaciones.
Propósitos de Año Nuevo en octubre
Me consta que era un jueves del mes de octubre. El lugar: un edificio en el histórico Paseo de la Reforma de la Ciudad de México. Acaba de pasar el mediodía. Lo demás son solo especulaciones. En realidad nunca recibí una reseña muy completa de tan importante evento. Conozco algunos detalles, pero nada más. Es físicamente imposible para mí saber o recordar lo que pasaba. Pero ese día sería en el futuro la fecha de mis propósitos de año nuevo.
El hábito sí hace al bloguero
Me encontraba solo frente a un reto que parecía imposible. Todos me habían abandonado. No había ayuda a la vista. Desgraciadamente el hábito estaba muy inculcado en mí. Era hora de pagar las consecuencias. Esperar un rato o dejarlo tendría un resultado funesto. El reto crecía de forma exponencial, mientras el tiempo transcurría impasible.