Saber escuchar vs. hablar y hablar

Ser parte de un grupo grande no ayudaba. Todos hablábamos y nos interrumpíamos constantemente. Cada quién quería dejar en claro su punto de vista, yo incluido. Era la situación ideal para sentirme incómodo, pero tenía razón. Todos creíamos tener la información correcta. A pesar de ser consciente de la importancia de saber escuchar, mi participación no era la ideal.

Para colmo el tema era por demás irrelevante: el nombre de un centro comercial que acababan de abrir en Guadalajara, y yo lo sabía. La conversación era entre un grupo grande de compañeros de trabajo. Unas semanas antes fui a dicho lugar. Lo mencioné varias veces y nadie me puso atención. Como si mi opinión no importara. Confieso que yo era necio y quería imponer mi opinión sin escuchar a los demás. No dejábamos de hablar. . .

teléfono digital
A veces es necesario apretar el botón rojo para ponerse a escuchar más.

Queda mucho por aprender

Recientemente he tratado de eliminar los malos hábitos. Algunas veces he tenido éxito:

Pero falta mucho todavía:

Estoy consciente de la importancia de saber escuchar. Sé que es la mejor manera de abrirse puertas en la vida. Sin embargo, me cuesta mucho trabajo llevarlo a cabo. En pocas ocasiones lo logro. Y cuando lo hago, siento una gran satisfacción. Sé que mi interlocutor, inconscientemente, agradece el pequeño detalle de mi silencio.

pericos
Los buenos amigos aprovechan cada momento para intercambiar opiniones

Qué debo hacer para aprender a escuchar

Haré en este momento una pequeña lluvia de ideas. Compartiré lo que salga de mi cabeza. Tal vez algunos puntos no sean muy relevantes. Pero si al menos uno es valioso, habrá valido la pena el ejercicio introspectivo.

  1. Saber escuchar es abrirse la puerta del conocimiento.
  2. Al escuchar a mi interlocutor le estoy dando su lugar.
  3. Debo callar cuando me dé cuenta de que estoy hablando mucho.
  4. Si antes de que mi interlocutor termine estoy pensando qué le voy a contestar, no le estoy poniendo atención.
  5. Un punto de vista diferente al mío puede cambiar mi perspectiva para bien.
  6. Es mejor callar para no retroalimentar discusiones sin importancia.
  7. Es importante participar haciendo preguntas.
  8. Cuando sea mi turno de hablar, hacerlo de manera sencilla y concisa.
  9. Saber escuchar es de sabios.
  10. No interrumpir a los demás.

Se necesita fuerza de voluntad

timón
Siempre es bueno que alguien tome el timón para llevar la conversación a lugares interesantes.

Por naturaleza, nos gusta ser dueños de la situación, aparte de sentirnos el centro del Universo. Queremos que todos nos escuchen. Nuestra opinión es que estamos frente a gente mal educada que ignora nuestra valiosa aportación a la discusión, ¿no es así?

Resulta muy fácil criticar a otros. Tras un análisis realista, me doy cuenta de que hago exactamente lo que critico. Al tratar de imponer mi punto de vista, estoy siendo mal educado al ignorar la valiosa aportación de los demás.

Por otro lado, la auto-crítica sí que resulta difícil. El párrafo anterior debe de ser suficiente para darme cuenta de mis propias faltas. Así creo conciencia de que hago lo mismo que me molesta de otros. Llegar a ese punto requiere una buena dosis de fuerza de voluntad. Espero que me ayude.

Saber escuchar vs. hablar y hablar.

radio
¿Me escuchan, me escuchan?

Hace un momento hice una pequeña pausa mientras escribía las líneas anteriores. Me paré al baño y me vi en el espejo. Puedo confirmar que tengo una boca y dos oídos. Debe haber una muy buena razón para eso. Saber escuchar debe tener el doble de importancia que hablar.

Se dice que cuando era bebé tardé mucho en empezar a hablar. Aparentemente estaba callado todo el tiempo y de repente me solté hablando. Es como si hubiera estado analizando lo que decían los demás y de repente me hubiera dado cuenta de cómo funcionaban las cosas.

¿En qué momento perdió la sabiduría aquel bebé? Debería seguir sus pasos: callar, escuchar y procesar. Después de eso, hacer preguntas para recabar más información y finalmente aportar algo valioso para todos.

Si soy consciente de lo anterior, ¿por qué es tan difícil llevarlo a cabo? Es un típico caso mío: me doy cuenta de mis errores y decido que es tiempo de repararlos. Cuando llega la oportunidad de oro, la pierdo y me quedo en mis viejos métodos.

Conclusión

Saber escuchar es uno de los mejores hábitos que se pueden adquirir. Ayuda a aprender cosas nuevas y a procesar adecuadamente la valiosa información que recibimos. Esto ayuda a que nuestra propia aportación también deje algo bueno en los demás. Así se evita el hablar nada más por hablar.

Si es tan fácil, es tiempo de llevarlo a cabo. Seguiré reportando.

teléfono viejo
El teléfono ha sido, desde hace tiempo, uno de los instrumentos más socorridos para hablar… y también para escuchar.

. . . Todos hablábamos al mismo tiempo. Y yo no era la excepción. Al final, mi información era la correcta, pero mi forma de transmitirla no era adecuada. Y yo no era el único alimentando el círculo vicioso. En realidad era un tema irrelevante para lo acalorado de la discusión.

De repente alguien mencionó el nombre correcto del centro comercial… ¡Lo mismo que yo había repetido constantemente! Pero cuando ella lo dijo todos callaron, celebraron y agradecieron su respuesta.

En el momento me enojé. Pero ahora me doy cuenta de que mi forma de participar en la conversación no era la correcta. En lugar de interrumpir, me hubiera quedado callado para que la otra persona tuviera la oportunidad de participar. Eso nos hubiera ahorrado un tiempo muy valioso.

13 respuestas a “
Saber escuchar vs. hablar y hablar

  1. Sabias palabras las de tu artículo. Lamentablemente muchísimas personas hablan y hablan sin importarles lo que dicen los demás. Hay que corregir ese defecto. Muy bueno tu blog de hoy: te felicito.

  2. Sí. Dos oídos y una boca. Nuestro cuerpo es sabio. Escuchar es importante. Es dar cariño, es mostrar a la gente cuánto nos importa, es aprender.
    Y es algo que se nos olvida fácilmente.
    ¡Muy bueno que nos lo recuerdes hoy!

  3. Curiosamente, al que escucha mucho y habla poco le dicen que es un… ¡gran conversador! He ahí la riqueza que hay en saber escuchar.
    Gracias por un tema muy interesante.

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