Tiempo de calidad como padre

Lo primero que vi al salir de la estación Zócalo del metro fue la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Mi acompañante estaba feliz por pasar un tiempo de calidad como padre. Yo no lo entendí en ese momento. Solo estaba feliz por la oportunidad que ofrecía un día hermoso para tomar unas buenas fotografías. Sacamos la cámara, con un extraño filtro rojo montado sobre el lente. Empezó la sesión.

En los años ochenta, en mi adolescencia, mi papá y yo dábamos paseos sabatinos en el Centro Histórico. La pasábamos bien. Caminábamos mucho y de vez en cuando entrábamos a tiendas de chucherías donde veíamos extraños objetos y herramientas. Pero la parada obligada era siempre en las tiendas de artículos fotográficos. Sin duda compartíamos esa afición.

catedral
Vista de la Catedral Metropolitana (imagen de la diapositivas de la familia Merediz).

Años antes, mi hermano había convertido un cuarto de la casa en un estudio fotográfico casero. Yo le di continuidad al proyecto. En el cuarto oscuro, con una tenue luz roja, se hacía magia: de un papel blanco sumergido en un líquido con olor penetrante, surgía, poco a poco, una imagen en blanco y negro. En la mayoría de los casos se trataba de una fotografía tomada en un paseo sabatino.

¿Pero cuál era la finalidad del filtro rojo?. . .

Recuerdos de adolescente

Él entendía el valor del tiempo de calidad como padre. Yo, por mi parte actuaba como típico adolescente. Creaba problemas imaginarios y peleaba conmigo mismo. Sin embargo, sin notarlo, aprendí mucho de las aventuras sabatinas en el centro capitalino.

Un pretexto para pasarla bien eran las tiendas de fotografía. Veía el papel fotográfico más fino y caro. Pero eso no era nada comparado con lo que había en centro de la tienda: una ampliadora fotográfica de color. Algún día sustituiría a la sencilla máquina de nuestro cuarto oscuro*.

Aquellos días quedarán grabados en mi memoria por siempre. El tiempo pasaba volando. Al mismo tiempo, sin darme cuenta, aprendí grandes lecciones que llevo conmigo hasta el día de hoy.

Un padre desnaturalizado

Padre-hijo
Hay que aprovechar el tiempo de calidad como padre.

Si nos trasladamos en una máquina del tiempo de los años ochenta al 2018, notaremos un cambio importante. Los papeles cambiaron. Ahora yo soy el papá. No considero que esté haciendo mal mi papel. Pero falta algo. No les he dedicado a mis hijos el suficiente tiempo de calidad como padre que merecen.

Les dedico bastante tiempo. Pero han faltado esos momentos mágicos. La vida pasa. El trabajo absorbe. La escuela y las tareas toman prioridad sigilosamente. Este paso monótono de la vida nos hace olvidar los instantes, los pequeños detalles que se recuerdan por siempre.

Por un lado no hay pretexto. Por el otro sé que hay un problema con solución. Esto es un buen comienzo. La relación con los niños es buena. Hay vacaciones llenas de aventuras. La rutina es agradable y llevadera. Pero algo ha faltado.

Todo tiene solución

Un día ya no tan lejano habrá una plática padre-hijo. Ahí trataremos, directamente, temas sumamente importantes. Será una discusión frente a frente. La fecha se va a decidir con tiempo. Va a ser un momento un tanto solemne.

Ese momento llegará de manera inevitable. Esto no quiere decir que no haya interacción mientras esperamos su llegada. La solución son salidas con actividades sencillas y pláticas agradables, tal vez irrelevantes. Lo importante es que no haya más de dos personas al mismo tiempo.

Ellos no lo notarán, pero ese tiempo de calidad como padre será muy valioso para ellos y para mí. La clave está en los pequeños detalles. No es necesario planear nada. No hay que crear un libreto con diálogos predeterminados. En algunos casos es mejor improvisar y esperar resultados.

Les presento:

El día padre-hijo

café
Un café ofrece la oportunidad ideal durante el momento padre-hijo.

El plan se llevó a cabo hace unos meses sin darme cuenta. Los fines de semana en la mañana les empecé a pedir, uno a uno, que me acompañaran a comprar pan para desayunar. No suena muy atractivo pero el momento se volvió especial. La magia empieza cuando el coche inicia su movimiento.

Nuestro destino es un centro comercial cercano. Una vez allí, la primera parada es en la cafetería. Mi acompañante toma un jugo y come una galleta mientras la cafeína me despierta por completo.

La plática es animada. Salen a la luz los temas que la rutina de la semana oculta. Aprendo más de lo que oigo que él de lo que le digo. Aún así trato de dar mensajes importantes entre líneas. Aprovecho ese tiempo de calidad como padre. Sé que algún día se transformará en lecciones importantes y en bellos recuerdos.

El tiempo de calidad como padre

Hasta ahora disfrutamos mucho de los momentos padre-hijo. La comunicación es buena. Lo que durante la semana es un interrogatorio con respuestas monosilábicas, el fin de semana se convierte en  diálogo.

El tiempo pasa rápido. Por un momento me gustaría que se congelara. Tal vez ellos no piensen lo mismo, pero al menos no se notan aburridos. Sin videojuegos ni pantallas esto es un logro colosal. Quisiera que cuando sean adultos recuerden estos momentos con gusto, así como yo recuerdo hoy los de mi infancia y juventud.

Llega un momento en el que mi teléfono celular me trae de regreso a la realidad. “Tenemos hambre”. “Quiero un café”. ¿”Ya fuiste al súper?” “¿Dónde andan?” ” Se están tardando mucho”. Todo esto seguido por el siguiente mensaje:

  • Baguette.
  • Manzanas verdes y rojas.
  • Plátanos.
  • Leche.
  • Jamón.
  • Queso.
  • Comida de gato.

Esto es completamente válido. Al final el objetivo era ir al supermercado. Hay gente esperando. Y tienen hambre. Me había olvidado de todo esto al calor de la plática. Pero siempre hay una oportunidad de alargar el momento. La conversación sigue mientras elegimos manzanas o mientras esperamos las rebanadas de jamón.

Conclusión

El pan del fin de semana ofrece un excelente pretexto para interactuar con los niños. Pero no hay que limitarse. Hay que ser creativos y aprovechar cualquier oportunidad que aparezca. Estos momentos, sumados a los ratos en que toda la familia está reunida, dan sabor a la vida.

Espero que un día recuerden esos momentos (y otros) con la misma alegría con la que yo recuerdo mis visitas al centro con mi papá.

. . . ¿Para qué el filtro rojo?

Canon A1
Así era la cámara que llevamos ese día (imagen de Wikipedia)

Da contraste a las fotografías en blanco y negro. La diferencia es abismal. Días después la imagen de la catedral aparecía lentamente en el papel fotográfico. La calidad de la imagen era mejor que en intentos pasados. Estaba satisfecho con el resultado.

Animados cruzamos el zócalo hacia la avenida 5 de mayo. Antes de eso pasamos por el Nacional Monte de Piedad. Entramos para ver antigüedades y más chucherías. Salimos y seguimos caminando parando en ocasiones para tomar alguna foto.

Entramos también a la casa de los Azulejos y después cruzamos el eje Central para terminar en la estación de Bellas Artes. Ahí subimos al metro. Cuarenta minutos después estábamos en casa narrando nuestras pequeñas aventuras.

Nota

* Nunca se logró pasar del blanco y negro al color en el cuarto oscuro de la casa. Inteligente decisión.

14 respuestas a “
Tiempo de calidad como padre

  1. Hermosos y emotivos recuerdos. Te aseguro que tus hijos también recordarán las idas al café los días “padre-hijo”, igual que tú los paseos al centro con tu papá. Te felicito, muy buen artículo.

  2. El pretexto “NO TENGO TIEMPO” debería de desaparecer para los niños y para la pareja que son la razón de nuestra vida, pero esto no es nada fácil de llevar a cabo habrá que preguntar a tu padre cuál fue su receta.
    Muy intenso el recuerdo que me provocó
    Te felicito y sigue así vas muy bien

  3. Muy emotivo tu blog, felicidades y que bueno, tener ese momento de padre e hijos, pues ese será un recuerdo muy valioso para ellos, como lo es para ti, los momentos que viviste con tu papi.

  4. ¡Qué lindo artículo! Cierto, las cosas sencillas y los pequeños detalles son los que al fin dejan las huellas más grandes.

  5. Muy conmovedor este artículo. También es muy emotivo por los gratísimos recuerdos que trae y que, efectivamente, son inolvidables, como lo serán los de los momentos jugo-cafeína.
    También resulta interesante lo del filtro rojo que da cielos casi negros y destaca todo lo demás. Felicitaciones.

  6. Que bonito post y que importante. Solo desde los recuerdos que tenemos al crecer podemos valorar lo que nuestros padres nos dieron.
    Gracias por compartir con nosotros tu experiencia y tus lindos momentos junto a tu padre.
    Saludos.

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